El juicio contra Álvaro Uribe va a completar un mes. La juez, sospechosamente interesada en imprimirle celeridad al proceso, ha programado desgastantes jornadas, muchas de ellas de más de 12 horas, en las que la fiscalía ha tenido oportunidad de interrogar a sus testigos.
Por el estrado han pasado delincuentes todas las pelambres y ciudadanos de bien. El propósito de la fiscal de la causa, una mujer con un bajísimo nivel profesional, es el de confirmar la teoría que sirvió de fundamento para la acusación del exmandatario de los colombianos: que él fungió como determinador del delito de soborno de testigos con el fin de que éstos declararan contra el peligroso Iván Cepeda, conocido en el mundo del hampa con el alias de don Iván.
Juan Guillermo Monsalve y su concubina, la guerrillera Deyanira Gómez, eran los supuestos testigos estrella de la acusación. Ninguno de los dos pudo aseverar en el estrado que Uribe les hubiera ofrecido algo a cambio de la declaración que Monsalve libre y espontáneamente se ofreció a dar, y con la que pretendía confesar que Iván Cepeda le ofreció dádivas para que mintiera contra el expresidente y su hermano Santiago Uribe Vélez.
Con el paso de los días, han concurrido muchos otros testigos, entre ellos Vicky Jaramillo y Ricardo Williamson, quienes fueron las primeras personas que se enteraron del interés de Monsalve por retractarse. Narraron con lujo de detalles cómo ocurrió el abordaje por parte de ese bandido que buscaba reunirse con algún abogado de Uribe para entregar un documento que contuviera su desmentido. Es muy importante que lea este artículo:
La semana pasada se conocieron las declaraciones del empresario del campo Carlos Eduardo López Callejas, a quienes sus amigos llaman Caliche.
Él fue uno de los individuos a los que Monsalve solicitó que localizara a un delegado del presidente Uribe para hacer llegar la cacareada retractación, y la confesión de la manera como Iván Cepeda le había pagado para que falseara información en contra el expresidente de Colombia.
Caliche fue categórico al afirmar que todo había comenzado por Monsalve, que él sirvió de emisario, y que en ningún momento la iniciativa emanó ni de Uribe ni de ninguna persona del Centro Democrático. En el contrainterrogatorio, el expresidente hizo una sola pero certera pregunta: “Diga sí o no, yo le mandé a ofrecer a algo a Monsalve a cambio de su declaración”. La respuesta de López Callejas fue contundente: no.
Pero sin lugar a dudas la intervención más importante -tal vez de todo el juicio- corrió por cuenta de Juan Carlos Sierra, alias el tuso.
Sierra, que fue extraditado a los Estados Unidos por orden del expresidente Uribe, declaró una vez más en este proceso. Quienes hayan tenido oportunidad de conocer la historia de la investigación, oyendo y leyendo las manifestaciones del tuso a lo largo de los últimos 15 años, podrán constatar su coherencia y verosimilitud.
Nada de lo que él ha dicho ha carecido de soporte documental.
En junio de 2019 él habló con LO IRREVERENTES y contó con lujo de detalles la visita que recibió en la cárcel en el año 2009. Esta fue liderada por Iván Cepeda, Piedad Córdoba, Danilo Rueda -comisionado de paz de Petro- y Rodrigo Lara, quienes le solicitaron que revelara todo lo que supiera sobre las relaciones entre políticos y empresarios con los grupos de autodefensa.
Sierra manifestó su disposición a colaborar, siempre y cuando se le garantizara la seguridad de su familia. Iván Cepeda le prometió gestionar un asilo en Francia o Suiza para sus allegados. El proceso se inició, pero cuando Cepeda descubrió que Sierra no tenía nada que decir sobre los Uribe, suspendió de inmediato los contactos y, por supuesto, nunca cumplió con la promesa del asilo para los familiares del capo extraditado.
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A la luz de lo expuesto en el juicio, resulta evidente que no existe el mínimo fundamento para que la juez de la causa pueda condenar a Uribe. El ordenamiento legal vigente es claro al establecer que una persona solo puede ser condenada cuando las pruebas eliminen cualquier duda razonable. Hasta ahora, no hay evidencia incriminatoria. Por el contrario, todos los testimonios presentados apuntan a una misma dirección: Álvaro Uribe no tuvo participación en los hechos por los cuales hoy está injustamente sentado en el oprobioso banquillo de los acusados.
Publicado: marzo 17 de 2025