Lo que se daña por las malas no se arregla por las buenas

Lo que se daña por las malas no se arregla por las buenas

Este país es único, hermoso y tiene todo para salir adelante y desarrollarse en este siglo cambiante, pero hay un problema, y es que como sociedad perdimos la verraquera de la que tanto alarde hacemos como colombianos, y en menos de tres años dejamos que los ilegales terminaran de sabotear, arruinar y dejaran perder los fundamentos o las bases de toda la seguridad democrática que Santos dejó hecha hilachas al destruir la unidad democrática del país entregándole poder político a la delincuencia.

Una a una perdimos las libertades y los valores esenciales que caracterizaban el manejo de la cosa pública, y aún seguimos hablando de elecciones libres.

1. Dejamos que se destruyera la moral, la mística y la capacidad operativa de las fuerzas armadas del Estado para garantizar de seguridad ciudadana y la seguridad nacional o fronteriza.

2. En cuanto a la seguridad alimentaria y ambiental, cambiamos el referente normativo, el apoyo del Estado y la reglamentación a la propiedad privada productiva, en materia impositiva y operativa, dejando desprotegidas las actividades agrícolas lícitas, la vida en el campo y el transporte regional.

3. Permitimos que el Estado destruyera el sistema de manejo de toda la seguridad energética nacional. Perdimos la soberanía y la sostenibilidad y el poderío de los sectores eléctrico y minero-energético. Se derrumban la producción lícita, el transporte, la distribución y exportación de energía eléctrica, el petróleo, el gas, carbón y otros minerales esenciales para la generación de riqueza acorde a la vocación natural del país.

4. Otro tanto ocurre con el manejo y la administración irresponsable, ignorante y equívoca de toda la seguridad económica, la de los ingresos del Estado tanto impositivos, como de sus empresas industriales y comerciales.

5. Todo lo anterior está acompañado de una proliferación sin precedentes de la corrupción y el desfalco del erario. Dejamos sin riesgo alguno a toda la criminalidad: la de la corrupción estatal y la de las organizaciones criminales.

6. Dejamos que se arruinara el acceso a la salud y su sistema económico y operativo por las vías de hecho o estrangulación por no pago del Estado a las EPS y extorsión gubernamental a las mismas.

7. Dejamos que se saboteara el sistema de ahorro, pensiones y crédito nacional, ignorando la realidad de un corralito gota a gota, producto de las mediaciones con los fondos de pensiones y el sistema financiero privado.

8. Dejamos que la seguridad del sistema laboral de mediano y largo plazo esté completamente amenazada por el deterioro en el manejo de la macroeconomía, herida de muerte ante una caída y una proyección de deterioros constantes de los ingresos públicos, y por el desplome de la inversión y de todas las actividades económicas privadas causado por la desconfianza y el riesgo que le imprime a todos los sectores productivos el cambio en el sistema operativo de la libertades de mercados, por un modelo revolucionario de narcoestado neoestalinista tipo socialismo siglo XXI.

9. Permitimos la concentración autocrática del poder político presidencial que indefectiblemente degeneró en un dictadura de hecho, así aún hayan manifestaciones de protesta o descontento de los sistemas judicial y parlamentario que no pasan de ser un saludo más a la bandera tricolor, mientras el tirano ondea su lanza destructora ideológica con los colores y las letras revolucionarias de su nuevo M-19, sus operadores políticos siguen comprando conciencias, y sus influencias ideológicas le dan impunidad absoluta por el manejo acomodado de los entes de control.

10. Nos dejamos engañar nuevamente del discurso demagógico y la dialéctica populista de la falsa paz basada en la negociación con las organizaciones criminales armadas, y por el de la falsa justicia social mediante la destrucción de los mecanismos de generación de valor y riqueza, con lo cual se divide con odio de clases y resentimiento social nuestra nación, creando las condiciones de empobrecimiento y miseria colectiva que históricamente le han permitido permanecer en el poder a todos los tiranos.

Hay más, pero aún nos falta la segunda parte de este proceso destructivo, la que no se escribe con letras y se paga con sangre, miseria y sumisión. Miremos la historia y entendamos que todo en la vida tiene un costo y lo que se daña por las malas nunca tiene arreglo por las buenas.

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