Entre 2007 y 2013 ocurrió una verdadera violación masiva de niñas en la pequeña localidad de Rotherham -norte de Inglaterra-. Más de 1400 menores fueron explotados sexualmente por paquistaníes que, invocando el nombre de su dios, hicieron de las suyas bajo la mirada cómplice de las autoridades.
Uno de los señalados por complicidad ha sido el actual primer ministro británico, el socialdemócrata Keir Stramer quien para la época de los hechos se desempeñaba como director de la fiscalía de la corona.
El empresario Elon Musk se ha encargado de desempolvar la historia y de reivindicar a las víctimas que durante años fueron desoídas. Muchas de las niñas violadas acudieron a las autoridades de policía con el fin de denunciar los hechos. La respuesta fue indignante: por tratarse de agresores musulmanes, era mejor no proceder para evitar una reacción violenta del islamismo.
Los progresistas británicos, de rodillas ante la plaga musulmana, prefirieron permitir violaciones masivas en vez de enfrentar a los agresores.
No se equivocó la escritora italiana Oriana Fallaci cuando valerosamente denunció la perversidad de la migración musulmana a occidente. Esas personas no tienen intención de respetar los valores de la civilización. Su propósito es el de acabar con la cultura, con el cristianismo, con todo los que ellos consideren “infieles”.
Los buenistas, los promotores de la corrección política elevan la voz para sentenciar a los críticos del islam, catalogándolos como “islamófobos”. Aquel que se atreva a denunciar los abusos de esos cavernícolas, es cancelado, es sometido al peor de los escarnios y, claro, perseguido y quizás asesinado. El nivel de tolerancia de los seguidores del impostor Mahoma es nulo.
El islam es la religión del odio, de la violencia, del terrorismo. Los imanes no son guías espirituales sino inoculadores del rencor. Muchas mezquitas son, en la práctica, cuarteles desde los que se ordenan acciones de barbarie contra personas inocentes.
Las violaciones masivas en el Reino Unido no fueron hechos aislados, ni casos puntuales de unos desadaptados. Fue -y quizás siga siendo- una deleznable práctica de unos degenerados que, invocando el nombre de Alá, abusaron de menores de edad.
Ellos, los sucios mahometanos, hace muchos años le declararon la guerra a occidente. Se trata de una guerra sucia, canalla y depravada en la que los agresores tienen un inmejorable aliado: los progresistas que, por temor o complacencia, los encubren y los justifican.
Publicado: enero 9 de 2025