Bajo el liderazgo de la Universidad de Harvard y del Instituto Técnico de Massachusetts se pone en conocimiento en el año 2.010 a la comunidad mundial, la tesis que el desarrollo económico no necesariamente significa que habrá progreso social como una consecuencia natural. Que hay que trabajar duro en convertir los indicadores de desarrollo económico en positivos indicadores de progreso social.
No se explica que la ciudad haya crecido en sus infraestructuras, en el aumento del PIB, en el gran desarrollo que ha tenido la industria turística cartagenera en los últimos 25 años, en el aumento del presupuesto distrital a 2.400 millones de dólares para sus últimos cuatrienios y la pobreza aumenta preocupantemente en vez de disminuir, como lo demuestra los informes de la Red de Ciudades Como Vamos.
No basta con ser el primer destino turístico de Colombia, tener un puerto por donde salen el 70% de las exportaciones del país, tener una zona industrial muy desarrollada, una gran refinería, contar un boom inmobiliario sin precedentes, tener un gran presupuesto distrital, si este desarrollo económico no se traduce en progreso social para sus habitantes.
Hay unos mínimos a ejecutar para que esas condiciones de progreso social se den, satisfaciendo las necesidades humanas básicas, brindando los elementos fundamentales para que las comunidades puedan mejorar su calidad de vida y bienestar: tener agua potable y alcantarillado (aún hay zonas que no lo tienen), tener una vivienda digna (hay enorme déficit tanto cuantitativo como cualitativo), acceder rápidamente a los servicios de salud, contar con una buena nutrición, tener seguridad personal y comunitaria, tener acceso al conocimiento básico, acceso a la información, a la internet, y a la redes de comunicación, acceso a la educación superior (solo ingresa el 5%), tener capacidad de elegir libremente, y acceso a los derechos humanos.
Tenemos que traducir el desarrollo económico en progreso social, nuestros indicadores son muy malos. En el último Índice de Progreso Social, Cartagena junto con Quibdó ocupan vergonzosamente los últimos lugares.
Ese, será el verdadero factor de cambio para la sociedad cartagenera, traducir la gran riqueza que tenemos en progreso para todos, sobre todo para los más necesitados, tratando de lograr los mínimos antes señalados. Haciendo mucho énfasis en la inversión en las comunidades de estratos bajos (1, 2, 3).
La ley 1617 de Distrito dispone, que hasta el 30% del presupuesto distrital se invierta en esos estratos. Allí, en ellos, esta nuestro recurso más valioso. No hacemos nada en tener gran desarrollo económico, si nuestras comunidades no mejoran y tienen una buena calidad de vida. En fin somos muy ricos y tenemos como generar más riquezas, pero la echamos en un saco roto.