¡Que tiemblen los progresistas!

¡Que tiemblen los progresistas!

En el anecdotario político colombiano hay una expresión que se le atribuye a Darío Echandía con ocasión de la victoria del partido conservador en las elecciones presidenciales de 1946, cuando el doctor Mariano Ospina derrotó al liberal Gabriel Turbay y al disidente rojo, Jorge Eliécer Gaitán.

Cuentan los cronistas de la época que cuando se confirmaron los resultados de aquellas elecciones, Echandía sentenció: “Han ganado los conservadores, ¡que tiemblen los porteros!”, significando así que el triunfo azul traería consigo el desmonte de la nefanda república liberal con la consecuente barrida burocrática, de la que ni los porteros de las entidades públicas se salvarían. 

Donald Trump es el segundo presidente de los Estados Unidos -el primero fue Grover Cleveland- en ser reelegido de manera no consecutiva. Retorna al poder en un momento definitivo para los Estados Unidos, país asfixiado por la dañina, pervertida y sucia agenda progresista impulsada por Biden y su infame vicepresidenta, la derrotada Kamala Harris. 

La votación del pasado 6 de noviembre fue, ante todo, una voz de protesta y de rechazo radical al daño que los socialistas le han hecho a la gran nación americana. 

Los valores fundamentales de la familia, la vida, el respeto por las creencias religiosas, las buenas costumbres y las tradiciones fueron alevosamente dañados por el régimen progresista que durante los últimos 4 años estuvo al frente del gobierno estadounidense. 

La inmensa mayoría ciudadana alzó su voz para decirle no más a las agenda woke y LGTBI, perversidades morales que dañan gravemente a la comunidad. 

La frontera del respeto por los que tienen deseos sexuales por seres de su mismo sexo, en un abrir y cerrar de ojos fue eliminada para instaurar un modelo inquisidor con el que se intenta imponer perversiones tales como las de confundir a los niños desde su primera infancia, haciéndoles creer que ellos no son hombres o mujeres, y que da lo mismo y es normal sentirse atraídos por personas de su mismo género. 

La primera depravación: poner a niños que están aprendiendo sus primeras letras a hablar de sexo. Una de las banderas de la progresía mundial es la de promover la pederastia, defendiendo la sucia hipótesis de que los niños tienen derecho a experimentar el placer sexual. 

La vileza continuó: los padres que alzan su voz para rechazar ese tipo de enseñanzas han sido perseguidos inclementemente, señalados, maltratados, vilipendiados y catalogados como “fascistas”. 

Luego de que la corte suprema de los Estados Unidos, uno de lo pocos bastiones de la normalidad revocara la sentencia que establecía que el aborto era un “derecho”, el agresivo movimiento feminista desató una campaña de intimidación que, evaluado con serenidad, no surtió efecto: buena parte de los estados en los que sus respectivos gobernadores establecieron reglamentaciones rigurosas al crimen del aborto, votaron masivamente por Donald Trump. Ahora, y en aras de avanzar en el sentido correcto, corresponde imponer la prohibición absoluta de esa práctica inhumana. 

Todo lo que significa wokismo tiene que ser erradicado, como se erradican las plagas. Una sociedad tiene el deber de enfrentar con ardentía todo aquello que la amenaza. Valores fundamentales como el de la vida, el respeto por la familia, por las creencias religiosas será reestablecido. 

Hay señales que resultan muy esperanzadoras y que permiten creer que los Estados Unidos experimentarán una sana y necesaria recristianización. Buena parte de los funcionarios más importantes son católicos. La lista comienza por el vicepresidente Vance quien hace menos de 5 años se convirtió al catolicismo, inspirado por las obras de San Agustín. El segundo cargo más poderoso estará en manos de una persona que con toda lucidez ha afirmado que el de Biden y Harris ha sido el gobierno más anticristiano de la historia de los Estados Unidos. 

Siguen en la lista el Secretario de Estado marco Rubio, la de Educación Linda McMahon, el de Salud Robert Kennedy, el zar de la frontera Tom Homan, el director de la CIA John Ratcliff y la embajadora ante la ONU Elise Stefanik.

Va a ser maravilloso ver en acción a la nueva secretaria de Educación, una mujer apegada a los más caros valores americanos y a las tradiciones, poniendo en marcha el plan de desmonte de esa secretaría que se ha convertido en un oscuro cuartel de adoctrinamiento. Ella es una de las más firmes defensoras del derecho de los padres a intervenir en la formación académica de sus hijos, algo que irracionalmente ha sido prácticamente prohibido durante la sombría administración saliente. 

Al decir popular, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. El mal progresista que ha causado tanto perjuicio a los Estados Unidos, tendrá en Trump a un implacable enemigo. 

@IrreverentesCol

Publicado: enero 20 de 2025

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