Cuando el señor Petro subió el salario mínimo un 9,54%, le oí decir a una humilde empleada doméstica que un aumento tan exagerado se vería de una vez reflejado en la inflación e iría en contra de la formalización del empleo. Dicho y hecho. Al siguiente día todo había subido un 10% en promedio y el conjunto de mipymes —micros, pequeñas y medianas empresas, que son más del 96% del tejido empresarial del país— se metía en calzas prietas para pagar su fuerza laboral.
El inefable exguerrillero León Valencia se quejaba en la red social X de que los grandes grupos económicos estuvieran en desacuerdo con dicho aumento cuando, en realidad, en las pocas grandes empresas del país el mínimo es muchísimo más alto que el mínimo legal y los verdaderamente perjudicados son los empresarios de la ‘economía social’ que no van a poder pagarlo. Y, claro, los que trabajan por aún menos del mínimo, que ven otra vez disminuido su poder adquisitivo. Eso hasta una modesta empleada doméstica lo entiende.
Esa misma empleada me dijo el 10 de enero que Maduro se posesionaría en la presidencia de Venezuela por las buenas o por las malas, y que el viejito Edmundo no se iba a asomar por allá. Que aunque María Corina fuera muy verraca, los militares apoyaban la dictadura de Maduro y mientras así fuere, el régimen no se va a caer. Que a Maduro solo lo tumban cuando corran ríos de sangre por las calles y la Fuerza Armada se canse de matar a su propio pueblo. Así que caerán miles de muertos antes de que eso pase, pero allá nadie se quiere hacer matar. Van por la misma ruta del dócil pueblo cubano, que lleva 65 años soportando todas las infamias, doblando el cuello ante los tiranos. Y eso hasta una modesta empleada doméstica lo entiende.
El otro día me dijo: “Hacen tremendo escándalo por La Escombrera, pero de los 30 o 40 niños que han asesinado las Farc por allá en el Cauca, no dicen nada. Esa sí no es una fosa común. Es que le quieren achacar a este señor Uribe unos muertos por haber hecho lo que todos los habitantes de la 13 reclamábamos: que nos sacara la guerrilla de allá”.
Fosas comunes hay en toda Medellín, en toda Antioquia y en toda Colombia. En La Escombrera se botan cadáveres desde los años setenta por parte de todas las facciones. Debe haber hasta secuestrados que las guerrillas escondieron en el sector y nunca volvieron a sus casas. Gente que reclutaron a la brava y no les funcionaron; las guerrillas fusilaban a lo loco. Y muchos otros son sus propios integrantes caídos en combate. Ahora la trama es montar el cuento de que hay 500 san Josés asesinados por la Seguridad Democrática. Y eso hasta una modesta empleada doméstica lo entiende.
¿Y qué piensa ella de la ‘paz total’ de Petro? Dice que la gente se asombra por lo del Catatumbo, pero que cosas similares o peores han ocurrido durante este mandato en todos los puntos cardinales del país, como en el Chocó, Arauca, Nariño, Putumayo y, principalmente, en el Cauca. En Norte de Santander van 80 muertos en unos cuantos días porque el Presidente le cedió todo el territorio al ELN al establecer un cese al fuego que solo es cumplido por las autoridades legítimamente constituidas pero no por los elenos. Como si fuera poco, llevan años demostrando que no están interesados en una negociación de paz. Y eso hasta una modesta empleada doméstica lo entiende.
Cuando oigo a gente humilde hablar así, tengo la sensación de que no todo está perdido y no vamos a seguir el camino liberticida que tomaron muchos vecinos.