Y no es que mintamos, esto supondría que decimos una cosa y pensamos otra, Ortega y Gasset.
Todos habréis experimentado hasta qué punto es difícil saber cuáles son nuestras verdaderas, íntimas, decisivas opiniones sobre la mayor parte de las cosas: hablamos de ellas, opinamos sobre ellas, porque el trato o la utilidad nos obligan a decir algo, a tomar alguna posición.
Estas palabras pronunciadas por Ortega y Gasset en su magistral conferencia en el teatro de la Comedia en Madrid, el 23 de marzo de 1914, corresponden a un planteamiento sobre lo que se percibió en ese momento como la vieja y la nueva política española. Y, eso que nos encontramos en 1914 previo al comienzo de la primera guerra mundial.
Es de relevancia, por tanto, que en estas épocas críticas donde pareciera que una generación de políticos no se alienara con su realidad histórica por no haber tenido el valor de licenciar las palabras correctas, en el momento correcto, con las intenciones correctas, con unos credos agónicos donde quien grita más alto pareciera tener la razón verdadera con el único fin de hacer a un lado la enérgica afirmación de sus propios sentimientos o principios.
Si una generación quiere ser útil a las generaciones venideras debería comenzar por ser fiel a sí misma. Fiel a sus principios. Fiel a sus convicciones. Es muy probable que este noble empeño: el de ser fiel a sus principios, pareciera excesivamente intolerable en medio de una generación del socialismo del siglo XXI que ha preferido torcer sus principios a como dé lugar.
Esta intolerable condición humana, como diría Ana Arendt, florecida y domada por Hugo Chávez y su combo de caníbales que se devora todo lo que encuentra a su paso sin ningún temor corresponde a lo que el escritor Fernando Vallejo, laureanista clase A, quien sostiene que Colombia es un país aparte de esquizofrénico, caníbal.
Qué más de esquizofrénico que hayan sido los mismos conservadores que produjeran el único golpe de Estado en la historia de Colombia a un presidente de doctrina conservadora como lo fue el Dr. Laureano Gómez.
¡Ay! del partido conservador…
No puede ser menos que esquizofrénico y caníbal un país que elige a un presidente de tercera categoría como Gustavo Petro y su combo a sabiendas de su paso por la Bogotá Humana.
A parte de contar con una deplorable condición humana.
El filósofo Andrés Martínez Pardo sostiene que los colombianos llevan dentro su gen de la maldad y la perversidad.
Qué más de caníbal y esquizofrénico, malvado y perverso, tiene que en la última reforma tributaria del señor Petro a una persona natural que devenga 12 salarios mensuales al año, tiene que pagarle 2 salarios mensuales al Estado para los masajes Nerú y su cohorte de cortesanas.
Que más de esquizofrénico, caníbal, perverso y malévolo que las palabras del canciller Murillo para justificar la asistencia del embajador en Venezuela en representación de Colombia entera a la posesión del caníbal Maduro.
¿Será que la dirigencia política no es capaz de formular una moción de censura al canciller Murillo?
Venezuela, en manos del caníbal Maduro lleva 20 años.
Colombia, en manos de los caníbales humanos de Petro y su combo apenas lleva 3 años.
Si Colombia no reacciona como debe ser, declarando lo que es en pro de la verdad, como dice Ortega y Gasset, verá las duras y las maduras.
El espejo de Venezuela en frente de nuestras narices.
O muy estúpidos, o muy caníbales.
Puntilla: ¿Por qué el expresidente Uribe apoya los diálogos de paz con los caníbales del ELN?