Con rotundidad, el sindicato del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia rechazó la posible designación del petrista Daniel Mendoza como embajador en Tailandia. A través de un comunicado, los diplomáticos de carrera expresaron que ese nombramiento constituye “un retroceso y una incongruencia frente a los esfuerzos del Estado por promover la equidad de género y defender los derechos de las mujeres”.
En el texto de los funcionarios de la cancillería se hace una delicadísima advertencia: el perfeccionamiento de Mendoza como embajador “menoscaba el nombre de Colombia en el exterior y podría en riesgo las relaciones diplomáticas con un Estado aliado y de especial relevancia en el Sudeste asiático”. Es aterrador que este gobierno en vez de cuerpo diplomático tenga a su servicio una pandilla desplegada por todo el planeta. Pero nada de lo visto hasta ahora supera a Mendoza, un tipo de la peor naturaleza.
¿Dónde quedaron las promesas de Petro cuando aseguraba que en un gobierno suyo todos los cargos en el exterior serian ocupados por funcionarios de la carrera diplomática? No hay que olvidar que, en su obsesiva propagación de odio, señalaba que las embajadas y consulados eran feudos de las “oligarquías” colombianas.
El brutal Gustavo Bolívar, en enero de 2021 cuestionó los nombramientos de políticos en cargos diplomático alegando que esas personas “comen y viatican rico, saltándose la carrera diplomática”.
Aquel no debe ser el foco de atención en esta discusión. Hay países, como Brasil, que resuelven el asunto relativamente fácil: en sus misiones diplomáticas únicamente hay funcionarios de carrera. Punto.
No está mal que se nombre en las embajadas a personas con experiencia en áreas distintas a la diplomacia. Lo que es reprochable desde todo punto de vista es que el nombrado sea una persona de sucia calaña como Daniel Mendoza, un indigente moral.
De perfeccionarse ese nombramiento, se estaría frente a la unión del hambre con las ganas de comer: el nuevo embajador de Colombia en un país globalmente reconocido por ser una “meca” de pornografía y prostitución infantil, es una persona que reconoce públicamente su dañada inclinación sexual hacia las “niñas”. Se estima en más de 40 mil el número de menores de edad esclavizadas sexualmente en Tailandia.
Apelando a su natural estilo camorrero, Petro ratificó su decisión alegando que las expresiones de Mendoza no son otra cosa que manifestaciones de “amor” y que él no puede “sancionar al amor”. No estaría de más que el presidente de Colombia revisara su concepto sobre el sentimiento supremo, porque es evidente que los vocablos que Mendoza utiliza para describir sus depravados deseos sexuales, son reflejo de todo lo que no es el amor.
Si el ministerio de relaciones exteriores tailandés concede el beneplácito, los colombianos tendrán que sobrellevar la vergüenza de que ese individuo sea el jefe de la legación diplomática en Bangkok . Es una situación irreversible. Pero en todo este asunto sí hay algo cierto: pocas personas pueden representar los vicios, la corrupción moral, la depravación, la suciedad, el desorden y la falta de modales de Gustavo Petro. Una de ellas es Daniel Mendoza.
Publicado: diciembre 13 de 2024