En el Antiguo Testamento -Levítico- se narra la historia de lo que comúnmente se conoce como la suerte del ‘chivo expiatorio’. Narra la Sagrada Escritura que Aarón tomó dos machos cabríos, uno fue sacrificado, y sobre la testa del otro -el chivo expiatorio- fueron impuestas las manos y descargados todos los pecados del pueblo de Israel.
La exconsejera petrista Sandra Ortiz es una mujer indefensable. Las pruebas sobre su responsabilidad en el entramado de corrupción de la UNGRD son monolíticas. Al margen de esa realidad, desde el gobierno central se ha tomado una decisión que parece irreversible: depositar en ella la totalidad de las culpas, en aras de salvarle el pellejo a muchos otros funcionarios del Ejecutivo que participaron en la operación de saqueo de la unidad de gestión de riesgo.
Una alta fuente del gobierno le confirmó a este portal que en la oficina de la cuestionada Laura Sarabia se acordó que Ortiz quedará a la deriva. La determinación se sustenta en el hecho de que en el gobierno tienen la certeza de que ella, además de haberle entregado el dinero a Iván Name, se quedó con parte del mismo, tal y como revelaron LOS IRREVERENTES hace algunos meses.
Hace pocos días la fiscalía anunció imputación de cargos y solicitud de medida de aseguramiento contra la exfuncionaria quien, como gran argumento de defensa, ha dicho que los señalamientos se deben exclusivamente a su condición de mujer (¡!). Claro que es mujer, pero mujer corrupta. Mujer responsable de múltiples delitos, y mujer que tendrá que defenderse, como cualquier otra, ante los jueces de la República.
En aras de respetar su calidad de mujer, muy seguramente será remitida a un centro penitenciario como El Buen Pastor, reservado presas del sexo femenino. Y nada de eso es violencia de género ni machismo, sino justicia.
Queda en manos de ella permitir que los demás participantes de la red criminal se salgan con la suya. Tal vez resuelva guardar silencio y no delatar a sus cómplices, en una suerte de omertá mafiosa.
La otra opción con la que cuenta, consiste en colaborar con la justicia. El modelo penal colombiano premia a los implicados que aceptan cargos y acuerdan declarar en contra de las personas con las que delinquieron.
Ortiz decidirá cuál será el rumbo que le dará a su vida. Hoy ,su memoria es aparentemente frágil, pero cuando esté ante un juez, o reflexionando en la celda que el destino le tiene reservada, seguramente recordará con lujo de detalles lo sucedido y el papel y responsabilidad de cada una de las personas que se concertaron con ella para saquear las arcas públicas.
Publicado: octubre 20 de 2024