La designación del senador republicano por Florida Marco Rubio como secretario de Estado en el nuevo gobierno del presidente Trump es un bálsamo para los defensores de la libertad y de la democracia, y un motivo de angustia para los regímenes comunistas y para los grupos terroristas internacionales.
Rubio, descendiente de inmigrantes cubanos que salieron de la isla huyendo de la oprobiosa dictadura castrista, es uno de los senadores más atildados y respetados en Washington.
Los electores republicanos de Florida han confiado en él desde 2011, año en el que llegó por primera vez a la cámara alta del legislativo estadounidense. Desde entonces, no ha dejado de crecer el número de personas que votan a favor suyo. La principal razón de ese vertiginoso crecimiento es la coherencia con la que Rubio defiende los intereses de sus representados, convirtiéndose en un respetado portavoz en la promoción y protección de los valores más apreciados por los americanos, como son la libertad y la democracia.
Hace parte de muchos comités del Senado, pero su presencia se hace más notoria en los de relaciones exteriores y el de inteligencia. Es, sin duda, uno de los senadores más influyentes en Washington. Respetado por sus copartidarios republicanos y temido por los progresistas demócratas.
Su posición frente a Cuba ha sido implacable. Ha dicho que cualquier tipo de respaldo al régimen se constituye en una traición a los valores democráticos. Desde su asiento en el Capitolio, ha defendido el mantenimiento y endurecimiento de las sanciones económicas contra la satrapía. Fustigó implacablemente al expresidente Obama con ocasión del acercamiento a Cuba que propició su gobierno, alegando con mucha razón que un restablecimiento de relaciones sin que mediara la exigencia de reformas, sólo fortalecería a los cabecillas de la dictadura, pero no mejoraría las condiciones de vida ni los derechos de los ciudadanos.
Cuando Biden estableció negociaciones con el narcodictador venezolano Nicolás Maduro, Rubio alzó la voz para oponerse. Dijo que aquello era ilógico y absurdo, que a Maduro sólo puede exigírsele el abandono del poder y la comparecencia ante la justicia norteamericana. A finales del mes de septiembre propuso que el gobierno americano aumente la recompensa contra Maduro -que hoy es de $15 millones – a $100 millones de dólares. Su objetivo: descabezar a la dictadura venezolana y hacer que Maduro se presente ante la justicia para responder por los graves crímenes que se le han imputado.
Sobre el grupo terrorista Hamas ha sido absolutamente vertical. Su posición no deja espacio para las dudas: Israel no puede “coexistir con esos salvajes que tienen que ser erradicados”.
No ve posible una reconciliación con la teocracia que impera en Irán. A raíz de los ataques de los persas contra Israel, aseveró que “el régimen terrorista iraní pretende dominar el Medio Oriente mediante su campaña de muerte, caos y, en última instancia, la destrucción total de Israel. Ya no es posible apaciguar a este régimen”.
Petro debe estar nervioso
Cuando Petro decidió convertirse en el defensor de oficio y agente latinoamericano del grupo terrorista Hamas, el senador Rubio señaló que “como un marxista de extrema izquierda, Petro continúa siendo portavoz de asesinos criminales que están matando brutalmente a israelíes inocentes”.
En abril del año pasado, cuando Petro estuvo en Washington abogando por Maduro ante el presidente Biden, Rubio reaccionó vigorosamente sentenciando que el presidente de Colombia “es un agente del caos. Desde su elección, ha sido el principal defensor latinoamericano de Nicolás Maduro en Venezuela y el dictador títere Miguel Díaz-Canel en Cuba”.
Respecto a las concesiones que el colombiano le ha hecho al narcotráfico, se ha opuesto con vehemencia a que ese sujeto se haya abstenido de capturar y extraditar a los cabecillas del ELN que deberán ser juzgados en distintas cortes de los Estados Unidos.
Desde el mismo instante de la elección de Gustavo Petro, el muy posiblemente próximo secretario de Estado encendió las alarmas y advirtió la catástrofe que esa decisión popular desataría: “El pueblo colombiano ha hablado. Sin embargo, por estrecha que haya sido la victoria, Estados Unidos ahora se enfrenta a una Colombia que no conocemos, una Colombia que será dirigida por alguien de extrema izquierda, un exguerrillero con un enfoque abiertamente hostil hacia los esfuerzos conjuntos de Estados Unidos, así como hacia nuestros intereses en promover un hemisferio más próspero”.
Como puede apreciarse, el nuevo jefe de la diplomacia norteamericana ha estado muy atento de la situación colombiana. Ha llamado la atención respecto de los múltiples casos de corrupción del gobierno de Petro y ha condenado los ataques del gobernante y sus principales áulicos contra los sectores que han revelado los abusos y saqueos. En palabras suyas, la administración Petro está involucrada en ataques injustificados contra la libertad de prensa, censurando informes sobre las irregularidades en la financiación de la campaña presidencial. “El pueblo colombiano tiene derecho a saber la verdad detrás de posibles violaciones en el financiamiento de la campaña presidencial del exintegrante del M-19 Gustavo Petro”, aseveró el senador Marco Rubio.
Con Marco Rubio soplarán nuevos y mejores vientos a favor de la libertad y la lucha contra el nefando socialcomunismo y el terrorismo islamista.
Publicado: noviembre 13 de 2024