Resulta difícil de creer que una democracia tan admirable como la española, permita que un presidente de gobierno tan involucrado en asuntos de corrupción, se mantenga en el poder.
Pedro Sánchez, el ícono de Petro, lleva un año tambaleando. Él se encargó de empezar a cavar su tumba cuando selló una alianza con los herederos del terrorismo etarra y con los separatistas catalanes. Sus problemas empezaron a crecer por cuenta de las investigaciones judiciales por actos de corrupción en los que el nombre de su esposa Begoña Gómez -hija de un proxeneta propietario de una red de prostíbulos y saunas para homosexuales- aparece mencionado.
Según las denuncias y las investigaciones judiciales, Begoña se valió de la posición política de su marido para tramitar multimillonarios negocios particulares.
Uno de sus socios de fechorías es el empresario Víctor de Aldama, un sujeto oscuro que hace negocios y triquiñuelas con la dictadura venezolana. Aldama y Begoña tejieron una trama que desembocó en el giro de más de mil millones de euros del dinero público español para salvar a la aerolínea Air Europa, cuyo propietario es otro de los socios de la trama de corrupción.
Aldama fue capturado hace unas semanas. Su lealtad con Sánchez se quebró con el frío de la celda. La soledad de la prisión sirvió para que su memoria se refrescara.
Levantó la mano y pidió ser oído por un juez de Madrid. La audiencia duró poco más de tres horas. Cantó como un turpial. Detalló cómo se repartían cientos de miles de euros en sobornos, cómo se habilitaron los negocios en los que participó la mujer de Sánchez y cómo el presidente español le agradeció personalmente por sus andanzas.
El círculo más poderoso del régimen socialcomunista que ejerce el poder en España fue sindicado por Víctor de Aldama. El otrora mano derecha de Sánchez, el exministro José Luis Ábalos, recibió más de 400 mil euros en efectivo, sin sumar lo que el delator llamó “la fortuna que tiene escondida en República Dominicana”. Santos Cerdán, uno de los hombres más cercanos a Sánchez, se vendió por escasos 15 mil euros que le fueron entregados en una cafetería de mala muerte en las cercanías de la sede nacional del PSOE. Dos ministros, la de Hacienda -que también es vicepresidenta de gobierno- y el de política territorial, también fueron mencionados en la lista de funcionarios que exigieron mordidas.
Sánchez, que es un campeón del cinismo y cuyo rostro fácilmente puede desbancar al diamante en la escala de Mohs -la que mide la dureza de los minerales-, rechazó tajantemente lo dicho por Aldama, diciendo que sus palabras no tienen ningún valor por cuanto él -Aldama- es un delincuente. Minutos después, el aludido, al salir de la cárcel -su delación se tradujo en una orden inmediata de excarcelación por colaboración eficaz con la justicia- declaró: “El señor presidente me ha llamado delincuente. Este señor tiene que saber que él es mitómano…Y como tantas pruebas quiere, no se preocupe señor Sánchez, que va a tener pruebas de todo lo que se ha dicho”.
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La oposición, encarnada en el PP y en VOX, empiezan a calentar motores. De entrada, han pedido la renuncia inmediata de todo el gobierno. Así mismo, exploran si se logra una mayoría para sacar adelante una moción de censura -figura que con los votos que hoy suma la oposición no prosperaría- y advierten que pedirán que Sánchez y los ministros mencionados por Víctor de Aldama sean imputados en el término de la distancia.
La crisis política se agudizará en las próximas semanas. Pedro Sánchez y PSOE no proceden como un gobierno sino como una organización delincuencial. Se aferrarán al poder al precio que sea. Pero lo cierto es que no será por mucho tiempo: la sociedad española no está dispuesta a que el poder político siga en manos de una estructura criminal.
Publicado: noviembre 22 de 2024