Pelea de gamines

Pelea de gamines

En una entrevista con el portal denominado Cambio, Gustavo Bolívar, de manera brutal, se despachó contra la supuesta hija del terrorista Carlos Pizarro, María José Barón, quien también responde al nombre de María José Pizarro.

En palabras del cabecilla y financiador de la organización terrorista Primera Línea: “Con ella [Pizarro] no hay ni habrá ninguna relación. Ni ahora ni nunca… Si ella llegara a ser la candidata presidencial de la izquierda, yo respetaría eso, pero no votaría por ella… Yo no trabajo con personas que no son buenos seres humanos”.

Para que un tipo como Bolívar, un indigente moral, capaz de cualquier cosa y que estuvo detrás de las estructuras que llenaron de terror al país durante el llamado “estallido social” —que llevó a que un desesperado acreedor suyo se quitara la vida—, sostenga que María José [Rodríguez] Pizarro es un mal ser humano, es porque la pretendida primogénita del jefe narcoterrorista del M-19 es realmente una persona peligrosa.

Aparentemente, el odio enfermizo de Bolívar hacia la parlamentaria, formada en la fabricación de baratijas, se debe a que ella, con el apoyo del oscuro Roy Barreras, se atravesó e impidió que él, Bolívar, fuera presidente del Senado, dignidad que añoraba ostentar. Colombia ha caído muy bajo con esa plebe que hoy la gobierna: Petro paseándose con transexuales, ministros absolutamente iletrados e ignorantes, y congresistas cuyo desarrollo intelectual riñe con el de las amebas. Lo que faltaba, la cereza del pastel, es que un zascandil como Gustavo Bolívar, célebre por hacerse fabulosamente rico escribiendo pasquines asquerosos en los que se elogia al narcotráfico y la criminalidad, llegue a ocupar el asiento de la presidencia del Senado de la República.

La sabiduría campesina colombiana enseña que en riñas como la que protagonizan Bolívar y Pizarro —o Barón— no hay bala perdida. Se trata de personas moralmente inferiores que, además, mimetizan sus evidentes vacíos intelectuales con discursos agresivos que alientan la violencia y estimulan el odio.

Que ese par de seres ocupen cargos públicos es la demostración plena de la imperfección de la democracia. Ella ha escalado en la política porque Petro la utilizó como objeto de propaganda a favor de la estructura narcoterrorista de la que él hizo parte como subalterno —lavaperros— del padre de la hoy senadora. Bolívar, por su parte, ha sido recompensado por su lealtad al mandamás colombiano. Pero basta con oírlo hablar para concluir que es un zafio, un sujeto romo y tosco.

@IrreverentesCol
Publicado: 2 de octubre de 2024