La puesta en escena de Petro

La puesta en escena de Petro

La decisión del consejo electoral le ha caído a Petro como anillo al dedo. La apertura de la investigación contra su campaña, sustentada por las evidentes irregularidades, ha servido de despertador para el tirano que habita en el gobernante colombiano.

Él sabe que nadie va a darle un golpe de Estado, mucho menos una investigación llevada a cabo por una entidad cuya falta de músculo es evidente. Es raro que en las campañas presidenciales de los últimos años no haya habido investigaciones. La diferencia es que, en la de Petro, las ilegalidades son evidentes para todos.

La amenaza no está en el golpe que Petro imagina, sino en el “autogolpe” que él mismo pretende dar. Eso de advertir que sacará a la gentuza que conforma su brazo de reacción violenta, es una clara notificación de que no acatará las decisiones administrativas en contra de su campaña, y que pasará al ataque, posición en la que se siente más cómodo. Al fin y al cabo, su vida “pública” comenzó en una peligrosa banda terrorista.

Petro no ha ocultado su sucia intención de perpetuarse en el poder. Lo ha dejado claro tanto con sus palabras como con sus acciones. Desde la propuesta de una constituyente, pasando por el intento de la senadora Zuleta de introducir la reelección a través de un acto legislativo, hasta la amenaza de sacar a la calle a una caterva de seguidores con la orden de incendiar el país.

Hace poco, la fiscal Camargo, quien actúa más como amiga, sierva o esclava de Petro, emitió una directiva prohibiendo la judicialización de los terroristas urbanos, bajo el pretexto de que debe “respetarse” la protesta ciudadana. En otras palabras: cárcel para el expresidente Uribe por cometer el “delito” de oponerse, y libertad para los delincuentes que actúan como fuerza de choque del régimen.

Pueden estar equivocados quienes creen que Petro improvisa y que su proceder errático responde a los efectos de las sustancias psicotrópicas que consume a diario. Esa es una lectura posible, pero es necesario hacer una interpretación más amplia, comprendiendo que el proyecto petrista es ambicioso y peligroso.

Sus enfrentamientos y desafíos al gobierno y a los poderes establecidos de los Estados Unidos pueden tener efectos devastadores. El irresponsable embajador en Washington cruzó una línea delicada al enfrentarse abiertamente al influyente congresista republicano Michael McCaul, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, quien expresó su legítima preocupación ante las evidencias sobre las ilegalidades en la financiación de la campaña presidencial de Petro.

En lugar de actuar con el decoro correspondiente, el agresivo embajador de Petro, Daniel García-Peña, decidió desafiar a McCaul a través de la red social X, pretendiendo darle una lección de democracia.

En diplomacia, las formas y las maneras son fundamentales. No es aceptable que asuntos de extrema delicadeza se manejen a través de redes sociales. ¿Quién es García-Peña para insinuarle al presidente del Comité de Relaciones Internacionales del Congreso estadounidense que está faltando al respeto a Colombia por expresar sus legítimas inquietudes?

Parece que el gobierno colombiano está interesado en distanciarse de los Estados Unidos y acercarse a países promotores del terrorismo, como Irán. Es alarmante lo que está ocurriendo, por ejemplo, con la embajada de la República Islámica en Bogotá. ¿A qué se debe el crecimiento exponencial de funcionarios adscritos a esa misión diplomática? ¿Qué está tramando Petro con el peligroso régimen de los ayatolás?

El juego de Petro es evidente: alejar a Colombia de sus antiguos aliados, establecer alianzas con países donde no se respetan las libertades democráticas, desmantelar a las Fuerzas Militares, fortalecer al narcotráfico y al terrorismo, y así crear las condiciones para perpetuarse en el poder.

@IrreverentesCol

Publicado: octubre 11 de 2024