Bajo este título dio a la luz Jacob Bronowski la recopilación de los programas que emitió bajo su dirección la BBC para ilustrar sobre cómo ha avanzado nuestra especie en el conocimiento de la naturaleza y las técnicas para poner a nuestro servicio sus fuerzas. Vid. El_ascenso_del_hombre_-_Jacob_Bronowski.pdf (librosmaravillosos.com)
Es, de veras, un libro maravilloso que ilustra acerca de nuestros progresos en ciencia y tecnología desde la edad prehistórica hasta bien entrado el siglo XX. Son progresos que obran a pasos agigantados, tal como lo acreditan los premios Nobel que se están adjudicando en estos días en diferentes campos.
Estos rutilantes avances han contribuido decisivamente a mejorar nuestra calidad de vida. Pero hay quienes consideran que ponen en peligro su continuidad y alzan sus voces para gritar que la vida puede desaparecer de este planeta debido a las comodidades de que estamos disfrutando. Aspiran a que retrocedamos, no años sino siglos, para volver a etapas de mayor precariedad en nuestras condiciones vitales.
La queja más fuerte se da por las consecuencias para el medio ambiente que se resumen en el tema del cambio climático. Es asunto que desde luego reviste gravedad, pero puede tratárselo juiciosamente si media una buena voluntad política. No es el caso de abordarlo con actitudes fundamentalistas, como las que tratan de imponerse entre nosotros, sino examinando con cuidado cada situación para abordarla por medio de soluciones razonables. Del mismo modo como se descontaminaron el Támesis y el Rin, o se limpió la atmósfera londinense, cabe pensar que es posible actuar eficazmente para contener las amenazas del clima.
La obra de Bronowski es admirable, pero afronta sólo una parte del progreso que hemos logrado desde la época de las cavernas hasta el presente. Pienso en lo que toca con nuestros discutibles avances en organización social, convivencia colectiva y desarrollo de la personalidad humana.
Como profesor de Teoría Constitucional, solía enseñarles a mis discípulos que la Civilización es, desde luego, una etapa muy superior a la de la barbarie primitiva y que su forma política es el Estado, aunque sin llegar a la exageración de Hegel, que decía algo así como que es la mano de Dios sobre la humanidad. Mi punto de vista era bastante más matizado y en buena medida seguía las líneas que trazó Ernst Cassirer en «El Mito del Estado». Vid. Cassirer, Ernst. – El mito del Estado [1968].pdf (archive.org).
Observando lo que sucede hoy en el mundo, tal vez no podríamos mantener esa opinión optimista sobre los avances que entraña la organización estatal contemporánea en favor de la calidad de vida de la humanidad. No cabe duda alguna acerca de que lo que realmente pone en gravísimo riesgo su supervivencia es la locura de los políticos que la gobiernan y, sobre todo, los medios letales que la ciencia y la tecnología ponen a su disposición. La gran amenaza no procede del extractivismo, ni de los hidrocarburos o el carbón, ni de la industrialización, sino del poderío atómico. Una guerra nuclear como la que se avizora a partir de los graves conflictos que estamos presenciando prefigura el Armagedón de que habla hoy nuestro gárrulo mandatario.
¿Hemos avanzado en lo que a la convivencia colectiva atañe? En los tiempos que corren trata de imponerse el multiculturalismo y se pone especial énfasis en la integración de las sociedades, tratando de eliminar exclusiones y discriminaciones que se consideran odiosas. Pero estos son designios que obran en las sociedades occidentales, mas no en las islámicas, las asiáticas o las africanas. E incluso en nuestro mundo supuestamente civilizado los conflictos de toda índole siguen agudizándose y la violencia se mantiene fuera de control. Baste con observar lo que sucede hoy en el Reino Unido, Francia o Suecia.
En el pensamiento sobre la moral se plantea el tema del tránsito del individuo tal como ha salido de manos de la naturaleza (evoco aquí un planteamiento de Bergson) hacia el estadio de la persona, esto es, el sujeto moral de que hablan los seguidores de Kant o el hombre nuevo según San Pablo, ¿Somos más espirituales y por ende mejores hoy que antaño? ¿Peor aún, experimentamos hoy un «descensus ad inferos»?
Ahí les dejo, apreciados lectores, un tema de reflexión.
Jesús Vallejo Mejía
Publicado: octubre 11 de 2024