Es evidente que el presidente de Colombia ha perdido el sano juicio. En sus últimas intervenciones públicas, se ha visto más deshilvanado, diletante y paranoico que de costumbre.
Los adictos tiene la manía de descargar en terceros la responsabilidad de sus actos.
Es tradicional oír a Petro culpando a la oposición de sus desgracias personales y por el catastrófico desempeño de su gobierno. Si su hija menor abandona el hogar, es el resultado de los ataques que contra ella supuestamente lanza la “extrema derecha” a través de las redes sociales, y no como consecuencia de los espectáculos bochornosos que él protagoniza: consumo de drogas, alcohol, romances con transexuales y otras porquerías como pasearse sin ropa por su casa.
Ahora, cuando se acerca la apertura formal de una investigación por las ilegalidades cometidas en la financiación de la campaña que lo llevó a la presidencia, advierte en tono desesperado que sus fuerzas paramilitares, denominadas primera línea, saldrán a las calles para evitar un golpe de estado.
Es la ley del embudo: el Estado de derecho solo existe cuando las autoridades adoptan decisiones que le favorecen. Cuando se sanciona a alguien cercano, hay un complot para derrocar al gobierno.
Pero en fondo, Petro no está lanzando alertas, sino ambientando un autogolpe para quedarse en el poder a la fuerza, que es la manera como él sabe hacer las cosas.
Nada de lo que Petro ha hecho en su vida es legal. Su elección como presidente se produjo a través de la financiación ilegal de su campaña, sobrepasando los topes y con la inyección de dineros de hampones como Hilsaca y Lopesierra.
Las pruebas de las irregularidades en la financiación parecen ser irrefutables, con lo que, en estricto derecho, el gerente de la campaña y actual presidente de Ecopetrol Ricardo Roa tiene que ser imputado y posiblemente encarcelado.
Petro, que cuando era opositor, fustigaba implacablemente a los gobernantes, particularmente por las supuestas irregularidades en la financiación de sus campañas políticas. El, por ejemplo, fue un agresivo animador de la patraña fabricada contra el expresidente Duque, denominada “Ñeñepolítica”. Petro, muy valiente para fabricar y difundir un embuste, y tremendamente cobarde para responder por las dudas e irregularidades respecto de su campaña presidencial.
Conociendo el talante efervescente, brutal, camorrero y desproporcionado del presidente de Colombia, es previsible que las hordas petristas en el Congreso y en las calles, emprendan una sucia campaña de desprestigio y ataques -morales y físicos- contra los integrantes del consejo nacional electoral que están a punto de adoptar una serie de decisiones contrarias a los intereses del exterrorista del M-19 que hoy habita en la Casa de Nariño.
Publicado: septiembre 5 de 2024