En las décadas de los 80 y 90 en Colombia se popularizaron las Antenas Parabólicas, sistemas de recepción de televisión comunitaria que permitió a través de canales como Panamericana, América Televisión, Frecuencia Latina, acceder a información y entretenimiento de otras latitudes, pero especialmente, la vida y cotidianidad de los peruanos.
Ese momento conocido como La Perú-Bólica nos permitió ver los horrores que padecía ese país como consecuencia de la acción sistemática de grupos terroristas y comunistas como “Sendero Luminoso”, comandado por Abimael Guzmán, un criminal con careta de profesor universitario.
Finalizando la década de los 80, el Perú era un Estado inviable por la crudeza de la acción terrorista que deterioró todos los indicadores económicos y sociales. La convivencia de la clase política con la corrupción y los mismos grupos terroristas le abrió el espacio a un profesor y rector universitario, quien bajo las banderas de Cambio 90 derrotó al escritor Mario Vargas Llosa con el 62.32% de los votos en las elecciones presidenciales de 1990.
Las parabólicas nos permitió presenciar (ver) como Fujimori sacó del barro al Perú. Recuerdo que junto a mi padre (QEPD) veíamos como “El Chino” recorría los asentamientos humanos de Lima y los pueblos olvidados de la Sierra (Cordillera de los Andes) para llevarles electricidad, escuelas, agua potable, salud, vías y educación. Era impresionante ver como la gente lo idolatraba por devolverles la dignidad con obras que siempre habían pedido y soñado.
Pero lo que más impacto en la vida de los peruanos y de los latinoamericanos fue la declaratoria de guerra de Fujimori contra el terrorismo. Con Fujimori no había espacio para el dialogo, la concertación o los acuerdos, contra la criminalidad solo opero la “mano firme”. Se necesitaron cerca dos años de gobierno de Fujimori para que el GEDIN de la Policía Nacional capturara al terrorista Abimael Guzmán, quien fue presentado ante el mundo con uniforme de rayas y en una jaula, imagen que queda para la historia como símbolo de la lucha contra la criminalidad.
El presidente Alberto Fujimori entendió que para arrasar a “Sendero Luminoso” se necesitaba de poderes superiores a los otorgados por la Constitución Política de 1979 que lo llevo a tomar la dura decisión de cerrar el congreso de la República y suspensión del Poder Judicial, para reordenar el Estado a través de un “Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional” que derivo en una nueva Constitución Política, promulgada el 29 de diciembre de 1993.
El trato que le dio la nueva Constitución a los terroristas se incorporó en el artículo 140, “La pena de muerte sólo puede aplicarse por el delito de traición a la Patria en caso de guerra, y el de terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados de los que el Perú es parte obligada.”
Los demócratas tenemos que entender que el mismo marco normativo que nos rige es frágil para enfrentar la criminalidad y el terrorismo en estos tiempos porque ese mismo marco normativo impide que las Fuerzas Militares y el Estado enfrenten a delincuentes y criminales con las mismas herramientas y métodos. Precisamente por esa fragilidad e impedimentos, el presidente Fujimori procedió de manera dictatorial y reorganizó el Estado para enfrentar, derrotar al terrorismo y para otorgarle amnistía a los agentes del Estado que participaron durante el periodo de violencia.
La izquierda y el comunismo que tienen simpatizantes y aliados en el poder judicial -en todos los regímenes democráticos- no le perdonaron al presidente Fujimori su proceder y decisión de derrotar a través de todas las formas posibles al terrorismo.
A pesar de la persecución judicial, captura y condena, Fujimori se comportó siempre como un estoico. La indigna que durante las dos últimas dos décadas pretendieron sus enemigos políticos, la izquierda y el comunismo, y la misma justicia, fue borrada por la monumental e histórica despedida que le dieron los peruanos con ocasión de su muerte.
Fujimori queda en la vida y en la historia de los peruanos como el presidente eterno.
Publicado: septiembre 19 de 2024