Si el terrorismo destruye las democracias, la formación de políticas públicas y las economías, aquello de ser “políticamente correcto” propio de la comunidad internacional, la sociedad civil y los gremios, termina siendo una invitación a matar indefensos.
El empobrecimiento sistemático representado por la teoría del decrecimiento pregonada por el progresismo, es la forma en que el populismo autocrático con sus acciones equívocas y destructivas, esclaviza los pueblos y termina causando genocidios consentidos.
Vivimos en la región, un puro y llano “realismo trágico” representado por el cambio cultural ideológico narcoterrorista al que se están sometido nuestras naciones, y así todo resulta en un cataclismo o una gran catástrofe económica, y a la vez en la desgracia o hecatombe que implica el sacrificio o mortandad en grandes proporciones de personas, como si de una ofrenda ideológica de reses camino al desolladero se tratara.
Las fuentes de ingreso estatal por excelencia sólo son dos: Los impuestos que pagan los contribuyentes que dependen de la actividad económica que permitan la seguridad, la justicia y la confianza; y los ingresos de las regalías del sector minero-energético y de algunas concesiones que le otorga el Estado a los particulares que también dependen de la seguridad democrática, la confianza inversionista y la estabilidad macroeconómica.
La administración del gobierno colombiano actual poco difiere del camino recorrido por la falsa democracia venezolana. Ambas francachelas son un gran sancocho, para el cual mataron al mismo tiempo las gallinas de los huevos de oro que les generaban los ingresos por regalías, participaciones e impuestos.
Hablo de los sectores minero-energéticos, PDVSA, ECOPETROL, y la incidencia del mal manejo macroeconómico del Estado y su correlación directa en la sumatoria del desarrollo microeconómico empresarial y personal.
Pero no contentos con lo anterior, los dictadores progresistas con careta de socialdemócratas recurrentemente plantean la distracción de una supuesta reactivación económica a cuenta de los dineros que tenemos los particulares en la economía formal y bancarizada.
Y como al tirano y a las lumbreras de sus ministros, en dos años se les quedó seca la macroeconomía por terroristas, malos administradores y por ladrones, antes de que cuelguen el país del sagrado corazón en la cruz del narcocomunismo regional, van a hacer el “último sancocho” con las pocas gallinas ponedoras que quedan en esta nación.
Esto es lo que se conoce como un “corralito”, que no es más que la implosión de la economía a causa de medidas de saqueo estatal de todo el dinero que se mueva por los bancos, con lo cual la multiplicación de la economía negra es exponencial.
Colombia venía creciendo bien incluso dos dígitos en 2021, estaba calificada como una democracia estable con una macroeconomía manejada de forma ortodoxa y conservadora que le permitía al país gozar de un ingreso medio, pues la sumatoria de sus balances le representaba poder mostrar flujos futuros para manejar un déficit financiable e ir progresando en la difícil formación de una clase media sólida y por tanto ser una nación en vía de desarrollo.
Pero de repente al llegar Petro, gracias a que Santos dejó abierta la puerta para que miembros de organizaciones criminales participen en el poder, de inmediato ante el silencio complaciente de quienes conducen nuestras instituciones, la sociedad ha observado como esa propuesta de cambio de sistema se adelanta de forma ordenada y sistemática, con el objetivo de crear un caos institucional y destruir nuestra frágil economía.
Hoy una horda de inútiles y cleptócratas guiados por la locura ideológica de su patrón, han demostrado ampliamente que no saben liderar la nación por el camino del desarrollo, administrar el erario y mucho menos ejecutar inversiones ni controlar costos y gastos. Son unos corruptos para quienes el concepto de transparencia es como los vidrios polarizados, que sólo se ve desde adentro.
Hay que escuchar a Petro pues es consistente, cuando dice que va a destruir algo, lo hace.
Secaron la vaquita que mueve la economía y mataron las gallinas. Ya tienen el Estado, el empresariado y el sistema financiero cocinados a fuego lento y al borde de la quiebra. Ya no existen los flujos de caja para lograr financiar un déficit creciente y cubrir el daño causado por una ideología improvisada, arrogante que choca directamente con la libertad de mercados y tiene por objetivo crear una implosión de la socioeconomía para poder empobrecer la nación entera y así controlarla políticamente cuando entremos en estado de desesperación por aquello que llaman desesperanza aprendida.
Luis Guillermo Echeverri
Publicado: agosto 15 de 2024