Abundan las malas noticias

Abundan las malas noticias

Abundan las malas noticias

Todos los días se conocen de esas noticias que nos quitan el aliento y nos van rodeando como si fueran los barrotes de una celda.

Por Saúl Hernández Bolívar

Como si fueran capítulos de una pesadilla, todos los días se conocen de esas noticias que nos quitan el aliento y nos van rodeando como si fueran los barrotes de una celda. Por ejemplo, Maduro se quedó; el pueblo venezolano perdió la oportunidad de levantarse y derrocarlo, dejó pasar esos momentos de efervescencia y calor. Y como nadie irá a ayudarles, serán al menos otros seis años de dictadura, hasta enero de 2031.

¿Y eso qué tiene que ver con nosotros? Casi nada, al menos otro millón de refugiados venezolanos delinquiendo en Colombia o consumiendo nuestros recursos de educación y salud, que no suelen ser suficientes para los locales. Y no es un mensaje de odio o de xenofobia, es la realidad: ningún país del mundo puede acoger a millones de migrantes cuando tiene un porcentaje tan alto de su propia población en la pobreza. Algo mucho menos admisible si consideramos que Venezuela es el primer país del mundo en reservas petroleras. Pero no hay que llorar más por la leche derramada, Maduro se quedó y punto.

Llega la noticia de que el Gobierno de Petro no va a exportar más carbón a Israel por razones de doble moral: dizque ‘con ese carbón son asesinados niños palestinos’ (por la energía que se produce para funcionar las fábricas, se deduce). Pero nada se dice acerca de los niños ucranianos asesinados por Putin, por ejemplo. Son 100.000 millones de pesos que ya no se tendrán de regalías para el Cesar y La Guajira, donde mueren niños colombianos de hambre y sed. Más adelante nos dirán que Colombia no va a exportar más carbón y petróleo a ningún país del mundo porque contaminan, y perderemos el 80% de nuestros ingresos. A nadie le importará nuestro suicidio en el concierto mundial.

Antes de que eso ocurra, el Gobierno tiene decidido seguir esculcándonos los bolsillos, esta vez incrementando en 6.000 pesos el valor del galón de diésel, lo que aumentará el costo de todo. Falta ver la reacción de los transportadores, tan afectos a realizar paros y bloqueos, a veces con violencia. ¿O se dejarán comprar con un subsidio como pasó con los otrora irascibles taxistas? Mientras tanto, brillan por su ausencia los ferrocarriles prometidos por Petro que harían más competitivo el transporte de carga, bajando los fletes, aunque el Gobierno ya saca pecho porque abrió la licitación para ejecutar la recuperación del corredor férreo de más de 500 kilómetros entre La Dorada (Caldas) y Chiriguaná (Cesar), en límites con Venezuela. Un recorrido lejos de los mayores centros urbanos y de los puertos que más parece para llevarle insumos a la dictadura.

Entretanto, el Gobierno continúa exhibiendo sus falencias para administrar el país. ¿O serán decisiones y actos que se ejecutan a propósito? Es que, a tono con la determinación de proscribir el uso de hidrocarburos, ahora entramos en crisis por escasez de gasolina de avión, poniendo en riesgo la propia dinámica turística con la que Petro pretende remplazar los ingresos petroleros. Una actividad que cuando se entorpece es muy difícil de poner en marcha otra vez. Eso sí, el avión presidencial siempre cuenta con combustible en abundancia para los paseos del monarca y sus hijos, que asistieron a la repugnante inauguración de los Juegos Olímpicos de París a costa de nuestros bolsillos.

No es hora de callar ninguna de estas aberraciones, menos ahora que el pastor ultrapetrista Alfredo Saade propone cerrar redes sociales y medios de comunicación por un supuesto “exceso de democracia” que estaría haciendo imposible gobernar debido a las que considera mentiras de los periodistas. ¿Viene la mordaza?

@SaulHernandezB

Publicado: agosto 27 de 2024