Sin Dios ni Ley

Sin Dios ni Ley

A partir de Rousseau, pasando por Marx y Engels, y desembocando en la Escuela de Frankfurt, el espinoso tema de la libertad ha derivado en la emancipación, que el que nos desgobierna esgrime como leitmotiv de sus desafueros, como el que hace poco protagonizó en Panamá para escándalo de la gente de bien no sólo en Colombia, sino allende nuestras fronteras.

Rousseau cuestiona cómo el hombre, habiendo nacido libre según la naturaleza, está cargado de cadenas que le impone la sociedad. Su propuesta se encamina a liberarlo de esas cadenas, pero no renuncia al vínculo moral, pues predica la virtud ciudadana, la entrega libre de la voluntad de cada uno al mito de la voluntad general. Kant, que reconoce la influencia de Rousseau en su pensamiento, destaca el hecho de la presencia de la ley moral en el interior del hombre, pero afirma que éste goza de autonomía para imponerse sus propias reglas, ajustadas eso sí a imperativos categóricos racionales. Cada uno es, en consecuencia, dueño de sí, pero sujeto a la ley de la razón. En el pensamiento posterior esa ley se va diluyendo al compás de lo que se ha llamado la crisis de la razón que ha generado el ateísmo que hoy predomina en el pensamiento filosófico. La preocupación de Marx y Engels, proseguida por los pensadores de la Escuela de Frankfurt termina versando sobre las condiciones culturales y sociales que hacen posible pasar del reino de la necesidad, que es el de las alienaciones, al de la libertad, en el que el bienestar material hace posible que cada uno haga de su capa un sayo si a bien lo tiene.

Este modo de ver coincide con el planteamiento que Dostoievski pone en boca de Iván Karamazov: «Si Dios no existe, todo es posible». De ahí que, al tenor del análisis de Jean-Yves Calvez, la primera de las alienaciones que según Marx hay que superar es la religiosa (vid. Download El pensamiento de Carlos Marx – 4.3 MB (zlib.pub).

Conviene reiterar que el que nos desgobierna, pese a sus disimulos y sus embustes, es un comunista recalcitrante. Si dice profesar la Teología de la Liberación es para engañar al pueblo. Es un discípulo aprovechado del Príncipe de la Mentira. Me atrevo a pensar que es, en rigor, un energúmeno en la plena acepción del término.

La insólita defensa de sí mismo que ha ensayado para justificar su descarada conducta en Panamá lo pinta de cuerpo entero. Su fuero íntimo es soberano y nadie tiene por qué censurarlo ni hacerle reclamo alguno. Como el lóbrego personaje de «Las Cuarenta», ese terrible tangazo de Gorrindo, no hemos de extrañarnos si lo vemos pasar del brazo con quien no debe pasar, pues en nada cree por encima de su propio parecer. (vid.https://www.todotango.com/musica/tema/134/Las-cuarenta).

Dicho en plata blanca, el que nos desgobierna es un nihilista, negador de todo fundamento objetivo sobre todo en lo religioso y lo moral. Para comprenderlo, hay que asomarse a la descripción que de sujetos de su laya hizo Dostoiewski en «Los Poseídos» o «Los Endemoniados» (vid. Los Endemoniados por Fiódor Dostoyevski [PDF] (infolibros.org). Pertenece a esa secta.

Con buenas razones ha dicho Vicky Dávila que es una vergüenza para Colombia. Pero es algo peor: una desgracia.

Jesús Vallejo Mejía

Publicado: julio 24 de 2024