El término de república bananera fue acuñado muy a comienzos del siglo XX por el escritor estadounidense William Sydney Porter, quien creó la expresión para referirse a los regímenes Centroamericanos, donde campeaba la corrupción y, en vez de estabilidad y transparencia, abundaban los cultivos de bananos, industria inteligentemente desarrollada por United Fruit Company, empresa que hoy se conoce como Chiquita Brands.
Desde entonces, y gracias a la genialidad de Sydney Porter, que publicaba sus escritos con el seudónimo de O. Henry, la expresión resulta de gran utilidad para exponer, con pocas palabras, la realidad de buena parte de los países tropicales en los que, cómo no, el cultivo de banano es fundamental para su subsistencia económica.
Colombia está lejos de ser un Estado serio. Desde siempre, el folclorismo se ha encargado de mostrar que se trata de un país que procede de acuerdo con su ubicación entre los Trópicos de Cáncer y Capricornio, donde el jolgorio y la diversión se anteponen a la responsabilidad y al cumplimiento recio de las obligaciones.
Por cierto, es uno de los países con más días festivos del planeta. Durante 18 días del año, además de los festivos, en Colombia no se trabaja. Y aquello, como es natural, se ve reflejado en los índices de productividad. Canadá y Estados Unidos son los países que menos festivos tienen, con un promedio que oscila entre 8 y 10 días.
Los socialcomunistas son felices dándole pan y circo al pueblo. Pan rancio y circo costoso, por demás.
Petro, desde la semana pasada, decretó, cual tirano tórrido, que el lunes 15 de julio será un día cívico en todo el país. Exhortó a los departamentos y municipios a darles el día libre a todos los empleados oficiales y contratistas, mientras que las empresas industriales y comerciales del Estado paralizarán sus labores. Lo mismo con todos los ministerios y demás entidades que dependan del Ejecutivo. No hace falta extender el día cívico a la Fuerza Pública porque desde que Petro llegó al poder sus integrantes dejaron de cumplir sus deberes constitucionales y legales, así que los soldados y policías de Colombia podrán continuar descansando.
Y para que no queden dudas de que el decreto de Petro es una decisión ejecutiva del gobernante de una república bananera, el día cívico se ordenó para celebrar la victoria de Colombia en la Copa América. El problema es que el decreto salió 48 horas antes de que empezara la final y, por supuesto, se supiera si Colombia ganó o no el torneo.
Lo cierto es que los países serios jamás se paralizan cuando alcanzan una victoria deportiva, académica, científica, literaria o artística. Las gentes deben continuar cumpliendo con sus obligaciones sin sobresaltos de ninguna naturaleza.
Valga una comparación: el domingo en que Colombia jugó la final de la copa en cuestión, España tuvo dos logros deportivos singularísimos. En la mañana Carlos Alcaraz ganó Wimbledon, el torneo de tenis más importante del mundo, y en la tarde el equipo de futbol ganó la final de la Eurocopa. Doble celebración, doble emoción, doble motivo de orgullo nacional. Pero el lunes a primera hora todos los funcionarios oficiales que no se encuentran disfrutando de las vacaciones veraniegas, estaban en sus puestos de trabajo cumpliendo con sus compromisos laborales.
Esta es una crítica inútil, porque en tratándose de descanso, francachela y alborozo, quien haga un llamado a la cordura será señalado y, en el mejor de los casos, calificado de aguafiestas.
Pero el costo económico igual hay que pagarlo, realidad que no le afecta en absoluto a Petro, enemigo intransigente de los empresarios y promotor, como pocos, de la holganza en el servicio público.
Publicado: julio 15 de 2024