A nadie le gusta vivir frente a una cárcel, una planta de tratamiento de aguas residuales, un botadero de basuras o cualquier otro tipo de infraestructura destinada a disponer los residuos de toda la comunidad. Y lo peor es que se los imponemos a los vecinos sin que estos reciban algún tipo de beneficio, que podría ser económico, como un justo pago de regalías por su sacrificio.
Una de las peores cosas que hay es enterrar basuras. Los expertos coinciden en que las basuras se deberían incinerar para producir energía, pues algunas cosas como los plásticos son difíciles de reciclar y terminan contaminándolo todo con micropartículas, hoy presentes hasta en la sopa. Además, los rellenos sanitarios son un atentado contra pequeños ecosistemas que se envenenan para siempre al sembrar esos residuos en el subsuelo, con el agravante que implica para las aguas subterráneas la contaminación con lixiviados.
El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, ha hablado de la necesidad de dar un nuevo paso en materia de disposición de basuras para no seguir enterrándola en lugares cuya capacidad es limitada y seguir buscando más sitios para su disposición. En países avanzados como Japón, Suecia, Canadá y EE. UU., los desechos sólidos se incineran para producir energía luego de hacer un buen trabajo de separación y aprovechar lo que se puede reciclar.
En nuestro medio, los ambientalistas se oponen a la incineración y reclaman más control en la separación y más prohibiciones a la producción, como en el caso de los plásticos de un solo uso. A la par, también critican el “consumismo”, lo que les sirve para promover el decrecimiento. Como si fuera poco, se aduce que quemar la basura genera sobrantes que también son contaminantes y que, además, serían cancerígenos, lo cual se convierte en una talanquera para implementar esta solución.
Por fortuna, hay nuevas tecnologías como la implementada por una empresa de colombianos en Estados Unidos (WES International) denominada “gasificación por plasma” (ver ¿Medellín podría convertir su basurero en una planta de generación de energía que la ponga a facturar? El Colombiano, 2024/06/18). En resumen, este método consiste en quemar las basuras en unos reactores que convierten los gases generados en combustible para mover turbinas y generar energía eléctrica.
Basta echar números para darse cuenta de su conveniencia. En el relleno sanitario de La Pradera, que le sirve a Medellín, se depositan más de 3.000 toneladas de basura todos los días. Se estima que con cada tonelada se podría producir un megavatio de energía eléctrica. O sea, este botadero podría igualar, y hasta superar, la capacidad de generación de HidroItuango, con sus 2.400 megavatios. Esa energía la necesitará Colombia en pocos años, y es una energía más que limpia; eso sí es transición energética.
Ahora, una instalación de ese tipo no es gratis; es costosa, pero es rentable. Una planta para procesar 2.000 toneladas de basuras al día, costaría unos 1.000 millones de dólares, lo mismo que las EPM desperdiciaron comprando a Aguas de Antofagasta. Son 4 billones de pesos, en tanto que el costo total de HidroItuango ya se estima en 21 billones de pesos. Y la planta sería totalmente rentable porque producir cada megavatio de energía valdría unos 400 pesos, un precio competitivo frente a lo que pagamos hoy en Colombia.
Estos empresarios tienen el caso de Medellín bien estudiado, pero es lógico que un contrato de esa naturaleza no se puede entregar a dedo; se debe abrir una licitación que seguramente terminará favoreciendo a una empresa china o europea. Lo cierto es que ya es tiempo de dar ese salto, dejar atrás los rellenos y generar energía limpia y renovable nada menos que con las basuras. Esta no es una obra suntuaria ni caprichosa, con ella se matan dos pájaros de un tiro. Que el tema lo estudien en la Alcaldía, el Concejo y las Empresas Públicas. Una solución para descontaminar y generar energía que se paga sola. Como de cuento de hadas.
Publicado: julio 2 de 2024