La agenda privada de Petro

La agenda privada de Petro

Las desviaciones sexuales de Petro, no son un asunto de interés. Pero las juergas que organiza cuando viaja a representar al Estado colombiano en asuntos oficiales, como es el acto de posesión del nuevo presidente de Panamá, sí merece toda la atención y escrutinio.

Es muy común que, en las salidas internacionales, Petro desaparezca y su comitiva diga que está atendiendo una “agenda privada”. Así le llaman en Casa de Nariño a los procesos de desintoxicación y resaca de quien, para desgracia de los colombianos, ejerce la primera magistratura de la nación. 

Los Jefes de Estado son personas públicas y su comportamiento debe ser examinado, sobre todo cuando la mala conducta es más que evidente. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, y sin muchos rodeos: Gustavo Petro es un sujeto incapaz de controlar su adicción a las drogas, al alcohol y sus depravaciones. Su proceder es como el de esos animales que no dominan sus instintos sensitivos. 

Hace unos años, Colombia tuvo un roce diplomático con los Estados Unidos por cuenta de un agente del Servicio Secreto encargado de la seguridad del presidente Obama durante una visita suya a la ciudad de Cartagena. 

El dicho agente, contrató los servicios de una prostituta llamada Dania. Cuando se conoció la historia, las expresiones de legítima indignación fueron múltiples. Resultaba inaceptable que un custodio del presidente de los Estados Unidos incurriera en ese tipo de conductas, en una ciudad azotada por el estigma de ser un lugar dedicado al turismo sexual y a la trata de mujeres. 

Gustavo Petro arribó a la ciudad de Panamá en horas de la tarde del domingo 30 de junio, para participar en la toma de posesión del presidente José Raúl Mulino, en un acto que tuvo lugar el lunes 1 de julio.

Circulan fotografías y videos de Petro caminando por el hermoso casco antiguo de la ciudad de Panamá en el amanecer del lunes, en unos momentos abrazando y en otros tomado la mano de una mujer ataviada de forma muy poco distinguida. Valga apuntar que Panamá, como Cartagena, padece el flagelo del turismo sexual. 

Petro y su acompañante en Panamá

Algunos han dicho que debe respetarse la vida privada de Petro. Falso. Primero porque él estaba deambulando por una calle pública en compañía de una mujer de dudosa reputación. Y lo que resulta realmente delicado: que ese sujeto no se encontraba en ese lugar de veraneo, sino representando oficialmente a Colombia en la posesión del presidente de un país tan importante como es Panamá. 

El proceder de Petro es aborrecible. Es absolutamente reprobable que siga apareciendo como un indigente, posiblemente intoxicado y vagando en compañía de una callejera, cuando su deber es el de observar un comportamiento acorde a la dignidad que ostenta. ¿Cómo reaccionaría la sociedad colombiana si, por ejemplo, el presidente panameño es descubierto recorriendo los burdeles de Medellín? 

El oficialismo saldrá con alguna mentira, o dirá que es un montaje. De esa gente puede esperarse cualquier porquería. Es prudente recordar aquella vez en la que inventaron que tenía cáncer, enfermedad que le fue milagrosamente curada por medio de un legrado. Así le hicieron frente a una revelación de este portal que puso en conocimiento público que Petro había viajado a Cuba, en pleno confinamiento decretado para hacerle frente a la pandemia de 2020. 

Para mayor desgracia y vergüenza de los colombianos, Gustavo Petro continuará tranquilo, emborrachándose y compareciendo tardíamente a las reuniones de Estado, hecho una piltrafa porque, al fin y al cabo, su “agenda privada” es la prioridad.  

@IrreverentesCol

Publicado: julio 2 de 2024