Colombia está moral y económicamente quebrada. La advertencia de que Petro acabaría con todo no era una expresión paranoica, ni sectaria, sino una premonición cierta.
Y nadie puede declararse sorprendido. Desde siempre se ha conocido el talante y los alcances criminales de quien ejerce el gobierno en ese país.
Ahora, los interrogantes apuntan a cómo se enfrentará el monumental déficit. El sentido común señala que es perentorio un replanteamiento profundo de las políticas económicas y los programas sociales del Ejecutivo, en aras de recortar drásticamente el gasto, cosa que evidentemente Petro no hará.
Por ahora, se ha limitado a decir que se explorará la posibilidad de implementar una reducción de gastos para conseguir por lo menos $20 billones de pesos, pero no se ha explicado el cómo, el dónde y, sobre todo, el cuándo.
Conocidas las maneras de Petro y su estilo canallesco, la crisis económica será utilizada como argumento para radicalizar el discurso socialista. Que nadie se sorprenda si adopta medidas extremas como la de obligar una capitalización de todos los bancos, amenazando con la expropiación de aquellos que no cumplan lo ordenado, o que vía decreto imponga un corralito como el que existió en Argentina a comienzos de siglo, con el que se impidió la salida de dinero del país.
Por ahora -sólo por ahora- el Banco de la República mantiene su independencia. Pero eso no significa que el gobierno descarte de plano la emisión de dinero, fórmula nefanda que tanto seduce a los regímenes socialcomunistas como el de Venezuela, o el de la banda de los Kirchner.
En cualquier caso, la solución desembocará en una mayor circulación de dinero que se reflejará en una explosión de la inflación.
Y para hacerle frente al fenómeno inflacionario, Petro no dudará en poner en práctica una fórmula que en los últimos meses ha mencionado tangencialmente: el control de precios.
Por donde se mire, el panorama económico es dramático. El país está hecho pedazos e invadido por la incertidumbre. Los mensajes del gobierno, no solo no tranquilizan, sino que agrandan la angustia.
En vez de anunciar medidas sensatas, se está haciendo todo para espantar el capital.
Y para desviar la atención y evitar el debate, Petro extendió una cortina de humo poniendo a la gente a hablar de la constituyente.
Los ciudadanos están enfrascados en la discusión de una constituyente que difícilmente podrá convocarse en el corto plazo, mientras el gobierno saquea lo poco que queda en las arcas públicas y perfecciona las brutales medidas que adoptará en el corto plazo para enfrentar la debacle económica que se avecina.
Publicado: junio 12 de 2024