No se puede desconocer que el presidente de Argentina Javier Milei es un genio de la comunicación política. Con un lenguaje sencillo y de manera muy didáctica logra transmitir sus ideas para todo tipo de auditorios. Desde expertos en banca de inversión hasta le más humilde de los ciudadanos entienden sus mensajes.
El pasado fin de semana, Milei viajó a Madrid para hacerse presente en el encuentro anual convocado por VOX, denominado Viva-24, en el que participaron, además de él, el líder de la formación anfitriona Santiago Abascal, la dirigente francesa Marinne LePen y otras figuras de la derecha europea.
El presidente de Argentina pronuncio un discurso estupendo, de defensa de las libertades y de reivindicación de los principios básicos de la democracia, y denunciando las perversidades del socialismo y del intervencionismo.
Una de las frases más lúcidas del mandatario suramericano fue su definición del socialismo como “esa ideología que está pintada de una pátina altruista, que básicamente esconde lo peor del ser humano: la envidia, el odio, el resentimiento, el trato desigual frente a la ley, y si es necesario, el asesinato porque nunca se olvide que los malditos socialistas asesinaron a 150 millones de seres humanos”.
¡Cuánta verdad en esa expresión! Los historiadores del siglo XX, en su mayoría de izquierda, se han encargado de blanquear y de romantizar los crímenes del socialismo, mientras se concentraron en resaltar los cometidos por los regímenes dictatoriales de derecha. En el caso español, los muertos comunistas o republicanos durante la guerra civil son frecuentemente exaltados, mientras que los del bando contrario, los nacionalistas, son ignorados.
Una de las obras más valiosas de las últimas décadas, y cuya lectura debería ser obligatoria en los países que no están dispuestos a permitir que la extrema izquierda se entronice en el poder, es El libro negro del comunismo, una juiciosa investigación adelantada por seis profesores franceses de cuya honestidad intelectual nadie puede dudar, empezando porque muchos de ellos fueron militantes comunistas. Saben de lo que hablan y conocen como pocos las entrañas de ese monstruo que tanto dolor le ha causado a la humanidad.
Milei fue muy valiente al ir a España, pues hace menos de dos semanas un ministro del gobierno de Pedro Sánchez, el irresponsable boquisucio Oscar Puente -para hacer un paralelismo, aquel es la versión española de Gustavo Bolívar: zafio, brutal, cerril, soez, insolente- dijo que el presidente de Argentina consume cocaína, afirmación que generó una respuesta inmediata de Buenos Aires, rechazando la imputación temeraria e invitando a Pedro Sánchez a mantener la compostura y a concentrarse en atender sus propios problemas, empezando por aclarar las graves sindicaciones que pesan contra su esposa Begoña, por temas de corrupción.
Pues bien, Milei no se quedó con las ganas de ponerle una banderilla a Sánchez, y lo hizo muy valientemente en territorio español. En su intervención en el Viva-24, cuando estaba exponiendo los abusos de los lideres socialistas, hizo una digresión en este sentido: “Digo, aun cuando tenga a la mujer corrupta, digamos, se ensucia y se tome cinco días para pensarlo”, en evidente referencia a Sánchez.
¡Y quién dijo miedo! De inmediato, el ministro de relaciones exteriores español anunció el retiro de la embajadora acreditada en Argentina, y reclamó de todos los partidos, incluidos los de la oposición -PP y Vox- una condena a Milei por esa expresión, condena que, como es natural, no se produjo.
¿Acaso los problemas judiciales de la esposa de un presidente pueden ser tratados como asuntos de Estado?
Lo cierto es que el famosos rugido del león Milei desató un vendaval en España. Pero más allá del lío diplomático que generó su señalamiento contra Begoña Gómez, lo trascendente es la lucidez con la que describió, una vez más, la perversidad del socialismo, corriente que efectivamente puede destrozar la libertad que con mucho esfuerzo ha logrado obtener la especia humana.
Publicado: mayo 21 de 2023