No es que Petro sea incapaz de garantizar la seguridad de los colombianos, sino que su propósito sea, precisamente, el de permitir que la delincuencia se tome al país, para fabricar una inestabilidad absoluta que le sirva como argumento para decretar un estado de conmoción interior con el que podría suspender las elecciones de 2026.
Petro no tiene el tiempo ni las mayorías para modificar su periodo presidencial, ni para reestablecer la reelección. Pero con un país tomado por la delincuencia, dirá él, es imposible garantizar unas elecciones libres, así que, hasta que no se reestablezca el orden público, no se podrá elegir a su reemplazo en la Casa de Nariño.
La situación del Cauca, que es dramática, desafortunadamente se replicará en otros departamentos de Colombia, donde las bandas narcoterroristas hacen de las suyas.
Y para contener la oleada criminal, habilidosamente Petro se ha encargado, a través de su siniestro ministro de Defensa, de acuartelar y desmoralizar a las Fuerzas Militares, mientras que el cuestionado director de la Policía, el tristemente célebre general Salamanca, permite que la delincuencia “gobierne” en buena parte de los centros urbanos de Colombia.
La sensación de inseguridad es generalizada. No hay rincón de la geografía nacional en el que los ciudadanos no se sientan inseguros, donde no se note la ausencia del Estado, y a cambio de ello se deba soportar la ignominiosa presencia de organizaciones al margen de la ley de todas las pelambres. Desde bandolas dedicadas al microtráfico, pasando por grupos de asaltantes, hasta grupos fuertemente armados.
La designación de un general retirado como nuevo comandante del Ejército es la prueba de la voluntad de Petro de bajar aún más la moral de la tropa. La estructura militar es perfectamente piramidal. Quienes ingresan a la carrera de oficiales, saben que muchos se quedan en el camino y muy pocos llegan a la cima. Es el sueño de todo cadete: esforzarse por salir con los cuatro soles sobre sus hombros, recordando a sus compañeros que no lo lograron.
Eso de desempolvar a un general que estaba en uso de buen retiro, es una bofetada para los que están activos y a la espera de ascender. ¿Acaso no hay un solo general con las capacidades para asumir el comando del Ejército colombiano? ¿Es tal la desconfianza y el odio que siente Petro por el cuerpo de oficiales activos?
La verdad detrás de la nueva argucia del presidente es una sola: su decisión de permitir el incendio de Colombia. Así como estimuló la violencia a través de su fuerza de choque llamada primera línea para ganar las elecciones de 2022, ahora se vale de su condición de presidente y comandante supremo de las Fuerzas Armadas, para despejarle el camino a la delincuencia organizada. La fórmula del terror le sirvió para llegar al poder, y le apuesta a que esa misma le funcione para perpetuarse en él.
Publicado: mayo 22 de 2024