El delator

El delator

En la entrevista que le concedió a Semana, Olmedo López insiste en estar arrepentido por los “errores” que él cometió.

Empecemos por llamar a las cosas por su nombre. No son simples errores. Estamos frente a delitos gravísimos, y el propósito de enmienda que expresa no es sincero ni natural. Si López, antiguo integrante de la banda terrorista M-19, no hubiera sido agarrado con las manos en la masa, jamás habría abierto su boca.

Todo indica que lo que está confesando es cierto. Los tiempos, las circunstancias y el desarrollo de los acontecimientos otorgan verosimilitud a sus palabras. Igualmente, él y su compinche Sneyder Pinilla dicen tener pruebas que sustentan sus sindicaciones. 

Hasta ahora, Olmedo ha dejado sobre la mesa que desde la Casa de Nariño se organizó el plan criminal para comprar a congresistas clave con el objeto de sacar adelante la agenda legislativa del gobierno. 

Ha insinuado que en esa operación participaron el oscuro ministro del Interior Luis Fernando Velasco, alias ‘Chuspa’, el peligroso jefe de la inteligencia convertida en policía política Carlos Ramón González, y la corrupta Sandra Ortiz. 

También hizo una aseveración muy delicada, en el sentido de que dineros de la corrupción terminaron en las manos del congresista Wadid Manzur, integrante de la comisión de acusaciones y encargado de instruir algunas investigaciones contra el presidente Petro. 

De confirmarse esa grave sindicación, Petro tendrá que, de una vez por todas, ponerle la cara al país y explicar porqué su gobierno sobornó al representante a la cámara, encargado de investigarlo. No podrá salirse por la tangente, ni insistir en el estúpido golpe blando.

Está bien que Olmedo López, al verse abandonado y sin salida, resuelva delatar a sus lugartenientes. También es aceptable que  reciba los beneficios que contempla la ley, pero aquello no convierte a ese forajido en un ciudadano ejemplar, ni en un sujeto meritorio. Las declaraciones que está dando no limpian su sucia calaña. 

Escenario complicado para la fiscal general. Ella, evidentemente, no tiene muchas ganas de enredarle la vida al gobierno que la llevó al cargo que ni en sus sueños valoró ocupar. La doctora Camargo está en deuda con Petro, pero le quedará muy difícil saldar la cuenta tapando este escándalo, en el que todo tiene sentido y, además de los testimonios, aparentemente abundan las evidencias que fortalecen los decires de Olmedo y Sneyder. 

Así que valdría la pena que la señora fiscal Adriana Camargo le dé una revisada rápida a un libro fundamental de la ciencia política intitulado Elogio de la traición, en el que sus autores -los franceses Yves Roucaute y Denis Jeambar- recogen los casos más llamativos de traiciones que fueron necesarias para la evolución de la política y la democracia en muchos países. 

Además, ella tiene una ventaja: su periodo es de cuatro años y, así Petro relinche como un potro salvaje, su independencia está garantizada constitucional y legalmente. 

Finalmente, debe resaltare la inviolabilidad del derecho a la vida. Hasta el más sucio de los delincuentes -como es el caso de Olmedo López- debe gozar de la protección necesaria para servir como testigo y para pagar en lugar seguro la pena que debe serle impuesta por la justicia colombiana. López conoce bien a Petro y a los bandidos que lo acompañan. Está embargado por el temor porque sabe de lo que es capaz la caterva que está delatando, y de lo que esa gente -porque él hizo parte de ese circulo criminal hasta hace poco- haría para silenciarlo. 

@IrreverentesCol

Publicado: mayo 27 de 2024