Así se fraguó la operación criminal que desembocó en el pago de millonarios sobornos a los presidentes del Senado y de la Cámara de Representantes, con dineros sacados de la UNGRD bajo la dirección de Olmedo López y de Sneyder Pinilla.
En el perfeccionamiento de la trama participaron dos altos funcionarios de la Casa de Nariño: el exdirector del DAPRE y ahora jefe de la inteligencia, el siniestro Carlos Ramón González y la exconsejera para las regiones, Sandra Ortiz.
De acuerdo con informaciones que reposan en los expedientes judiciales, Olmedo López fue abordado por la señora Ortiz quien le manifestó que lo que iba a solicitarle era “un asunto de Estado”. En esa conversación se le dijo que se requerían urgentemente $3 mil millones de pesos que debían salir de la Unidad de Gestión de Riesgo, específicamente del tristemente célebre contrato de los carro cisterna de La Guajira.
Dada la importancia y perentoriedad del asunto, López encontró los dineros. Cuando avisó que ya estaba listo el “asunto de Estado”, la consejera Ortiz le indicó que debía hacer tres paquetes, cada uno con mil millones de pesos.
Llegó el momento de la entrega que, como se conoce públicamente, ocurrió en el Hotel Tequendama Suites, en el centro de Bogotá.
De acuerdo con la versión que de los hechos conoce este portal, la Ortiz recibió los tres paquetes de dinero y despachó a Olmedo López. Ese mismo día le habría entregado mil millones de pesos a Iván Name Vásquez, presidente del Senado de la República, a cambio de que se comprometiera a facilitar la aprobación de la agenda legislativa del gobierno.
¿Qué pasó con los otros dos mil millones de pesos?
Según se ha mencionado, el “asunto de Estado” le fue planteado a Sandra Ortiz por el poderoso Ramón González. ¿Ellos se repartieron los dos mil millones restantes? Ese es uno de los muchos interrogantes que están tratando de absolver los funcionarios que adelantan la investigación.
Lo cierto es que el conocimiento de los hechos y de las cuantías que se movieron para esa operación criminal, debe estar generando un gran sentimiento de frustración en el senador Iván Name, quien habría podido recibir tres mil millones de pesos y no solo mil. Ese es el estilo de reflexiones que se hacen los corruptos.
En el caso del presidente de la Cámara de Representantes, el episodio es aún más sucio. El encargado de llevar a cabo el “asunto de Estado”, léase soborno del congresista, fue Sneyder Pinilla. El ha mostrado todas las pruebas que confirman que efectivamente sí se reunión con Andrés Calle en su apartamento en la ciudad de Montería. De acuerdo con la versión de Pinilla, en ese encuentro se desembolsaron los mil millones de pesos que el gobierno destinó para comprar la conciencia de quien ejerce la presidencia de la cámara baja del Congreso de la República.
Bueno, no fueron mil millones, sino $980, porque Pinilla se robó veinte millones. El exdirectivo de la UNGRD acepta que le pegó un mordisco al botín para irse de parranda, pensando en que Calle no iba a reclamar el faltante. Sneyder debió pensar que se cumpliría la máxima popular de que ladrón que roba a ladró, tiene mil años de perdón.
Con los $20 millones, Pinilla fue de fiesta y meretricio, otro “asunto de Estado”.
Se ha dicho hasta la saciedad que esta horripilante trama de corrupción es una prueba de fuego para la fiscal Luz Adriana Camargo. Hasta ahora, la funcionaria no ha dado muestras de independencia, y es cada vez más extendida la percepción de que ella está al servicio del gobierno. Los hechos son los únicos encargados de despejar las dudas o de ratificar las sospechas. Y no se trata de una investigación compleja, porque la doctora Camargo tiene a su disposición la voluntad de colaboración de dos de los ejecutores de la operación criminal, y montones de evidencias con las que fácilmente puede imputar a los funcionarios de la Casa de Nariño que idearon aquel asqueroso “asunto de Estado”.
Publicado: mayo 20 de 2024