La defensa y la seguridad del país está entre los últimos lugares de las prioridades del gobierno de Petro. Los recursos que se requieren para mantener los equipos no son girados desde el ministerio de Hacienda, y el presupuesto de Defensa es cada vez menor.
El recientemente fallecido exviceministro de Defensa, el general Ricardo Díaz Torres advirtió la tragedia que podría ocurrir por cuenta de la falta de mantenimiento de los helicópteros MI17 de transporte de tropas. El vaticinio se cumplió: uno de esos aparatos se desplomó en el sur del departamento de Bolívar, accidente en el que los nueve militares que viajaban en él perdieron la vida.
Es indignante que el Ejecutivo haga recortes en materias clave como la seguridad, pero sea espléndido otorgando contratos de prestación de servicios para favorecer a la jauría de sicarios morales que ejercen en las redes sociales, maltratando, acosando e insultando a los opositores al régimen.
Inaudito que no se garantice la vida de los miembros de la Fuerza Pública, pero sí se aseguren los fondos para que la esposa de Petro pueda fungir como “embajadora especial” de Colombia y así pueda pasear por el planeta entero, ejerciendo una representación vergonzosa con esos meneos vulgares que tanto le atraen.
A nadie en el alto gobierno le importa las vidas de los tripulantes del helicóptero precipitado. Petro, en vez de rendir un sentido homenaje a esos héroes llevados al boca del lobo, continúa haciendo panegíricos de sus conmilitones en el terrorismo. Empezó con Pizarro y continuó con el narco Bateman.
En esta tragedia vuelve a ponerse el asunto de las aeronaves militares en el primer renglón. Valga recordar las denuncias del general Díaz cuando salió del gobierno y advirtió que recibió presiones para adjudicar la compra de unos helicópteros, negocio en el que, según él, estaba involucrada la esposa de Petro y el hermano del hampón Armando Benedetti.
En Colombia abundan los casos de corrupción y es difícil encontrar uno en el que no aparezca mencionado el embajador de Petro en la FAO. Y lo que resulta inadmisible es que la justicia no ha querido ponerle freno a ese sujeto, a pesar de la montaña de evidencias que hay en su contra. Armando Benedetti y los suyos pueden delinquir con total desvergüenza porque saben que la impunidad los continuará acompañando.
Habrá que esperar el resultado oficial de la investigación del accidente y si se confirma que la nave cayó por falta de mantenimiento, la oposición política, a pesar de ser minoritaria, tendrá la obligación moral de adelantar los debates necesarios para que los responsables, empezando por el ministro de Defensa, el siniestro Iván Velásquez, pongan la cara, den las explicaciones y, por supuesto, asuman las responsabilidades que les caben. Que la muerte de esos nueve militares, que Dios tenga en Su gloria, no quede en el olvido.
Publicado: mayo 1 de 2024