La extrema izquierda en Europa occidental, obra dirigida por la prestigiosa politóloga española Edurne Uriarte, es, de lejos, el texto de ciencia política más importante que se ha publicado en los últimos años.
El libro recoge ensayos de distintos autores -incluida la profesora Uriarte- que exponen la presencia dañina de formaciones políticas de extrema izquierda en diferentes países de Europa occidental como Portugal, España, Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña y Suecia.
En el capítulo dedicado al caso español, se hace una narración del uso de la violencia por parte de las organizaciones de extrema izquierda, que es un fiel reflejo del modus operandi del petrismo en Colombia.
Refiriéndose a los “razonamientos” del cabecilla comunista español Pablo Iglesias, la autora de la obra dice que “…la violencia callejera es un arma comunicativa de primer orden. Así lo justificó [Iglesias] con una cita admirativa de los Black bloc: ‘Cuando rompemos un escaparate aspiramos a destruir la sutil máscara de la legitimidad que rodea los derechos de propiedad privada… El número de escaparates rotos palidece frente al número de tabúes infringidos, tabúes que nos impone la hegemonía de las corporaciones para que no pensemos en todas las violencias perpetradas en nombre de la propiedad privada’…”.
La extrema izquierda colombiana erigió su campaña política de 2022 sobre los restos de las conflagraciones desatadas por los protagonistas del llamado “estallido social”. Petro y sus principales lugartenientes planearon y desataron la peor de las violencias ciudadanas registradas en las últimas décadas.
A través de sus fuerzas de choque, denominadas primera línea, Petro horrorizó a la sociedad colombiana al notificar de lo que era capaz de hacer, y de lo que podría ordenar en caso de no ganar las elecciones presidenciales de 2022. En ese año, los electores fueron a las urnas con una pistola en la nuca.
Además de la violencia física, Petro echó mano de lo que la profesora Uriarte llama “violencia simbólica” que se materializa a través de ataques verbales. Quienes se atreven a confrontarlo, inmediatamente son catalogados como mafiosos, fascistas, paramilitares, entre otras calificaciones abiertamente temerarias, que son utilizadas con absoluta impunidad porque, hasta ahora, ninguna autoridad jurisdiccional se ha atrevido a imponer sanciones penales o civiles contra el presidente o alguno de sus adláteres.
Luego de la monumental marcha nacional contra su gobierno, Petro se ha mostrado incontrolable. Ha perdido la compostura -algo muy fácil en él- y, en vez de asumir con talante el mensaje popular, se ha dedicado a amenazar y a lanzar afirmaciones mendaces.
Ha indicado que sus opositores buscan derrocarlo a través del mil veces nombrado “golpe blando”, acción que solo existe en la atormentada imaginación del jefe de Estado colombiano.
Como lo de la supuesta remoción forzada del cargo no ha tenido eco, ha acudido a la fórmula manida del atentado personal. Nadie quiere matar a Petro. Lo que los ciudadanos demandan es sensatez, respeto y garantías democráticas. Lo que sí ha quedado claro es que los defensores de las libertades no permitirán que él permanezca en el poder más allá de las tres de la tarde del 7 de agosto de 2026, hora y día en el que tendrá que largarse de la sede presidencial.
Los antecedentes terroristas del presidente colombiano son preocupantes. Él ha logrado escalar en la política gracias a la utilización indiscriminada de la violencia. ¿Hará uso de su “experiencia” criminal para silenciar a la creciente masa crítica que expresa su descontento?
Son pavorosos los llamados que está haciendo de cara a la jornada del próximo 1 de mayo, día en el que los sindicatos y fuerzas de extrema izquierda saldrán a marchar. Todos esos sectores han respaldado y financiado sus campañas políticas, ergo son aliados suyos.
En el pasado, los 1 de mayo han desembocado en actos de vandalismo. ¿Este año sucederá lo mismo? ¿Petro ordenará el incendio del país en aras de atemorizar a quienes no están con él?
Los colombianos deben estar muy atentos. No desfallecer ni arriar las banderas de la libertad. Petro es peligroso, pero no infalible.
Publicado: abril 24 de 2024