La semana pasada los colombianos tuvieron que soportar uno de los mayores desafíos de los últimos años, al ver al presidente de su país rindiéndole un homenaje al jefe terrorista y antiguo lugarteniente del ‘Cártel de Medellín’, Carlos Pizarro Leongómez.
Con la bandera del M-19 en la mano, Petro hizo una remembranza del cabecilla de esa banda delincuencial con ocasión de los 34 años de que aquel fuera dado de baja, en el marco de un tradicional ajuste de cuentas entre delincuentes.
Hacer una exaltación de Pizarro es tan alevoso como hacer un panegírico a favor de ‘Tirofijo’ o de Pablo Escobar. Y hondear la bandera de la cuadrilla terrorista es un maltrato inaceptable a las víctimas de esa estructura que llenó de sangre y de dolor a Colombia, y cuyos crímenes quedaron en absoluta e insoportable impunidad.
Pizarro fue un animal, una bestia que no tuvo remordimiento ninguno. Un sádico que violó niñas, que asesinó a cientos de personas, que ordenó descuartizamientos, y que llenó sus alforjas con le arrancó a miles de personas que fueron secuestradas por él.
Su muerte fue una lástima, porque privó a sus víctimas de que la justicia algún día, como debe suceder con absolutamente todos los integrantes supérstites del M-19 -incluido Petro-, impusiera las sanciones correspondientes.
En un acto público, Petro ordenó que dos lugartenientes suyos extendieran la bandera del M-19. Entre risas y con el tonito desafiante que acostumbra utilizar, dijo: “¿No les gusta que la saquemos cierto? jejeje. Pero no va a estar [la bandera] debajo de los colchones. Hoy se conmemora un año más del asesinato de Carlos Pizarro, que estuvo aquí, en Zipaquirá. Y entonces es el jovencito que salió también a cambiar el mundo. Después guerrero andante conmigo. Después paladín de la paz, asesinado. Esa generación derogó la constitución de 1886. Proclamó la constitución de 1991, y hoy es parte del gobierno de Colombia”.
Y como si aquello no fuera suficiente, la televisión pública, que es pagada con los impuestos de todos los ciudadanos, también hizo un vulgar homenaje de ese criminal de guerra, sin importar el dolor que dicha emisión televisiva generó en tantos colombianos que hoy, pasadas más de tres décadas, continúan sin olvidar la barbarie desatada por los antisociales que hicieron parte del M-19.
Jamás habrá paz y reconciliación si desde las más altas esferas del poder político continúa esa campaña de burla hacia la sociedad, obligándola a oír catilinarias apologéticas a una organización ilegal que fue piedra angular de la violencia y el terrorismo que aún padece Colombia.
Publicado: abril 29 de 2024