El desgobierno imperante es poco cuidadoso en lo que a la juridicidad concierne.
Desde que se presentó el proyecto de reforma al sistema de salud se dijo que habría que tramitarlo como ley estatutaria, en los términos de los artículos 49 y 152 de la Constitución Política. El primero de ellos consagra el derecho a la salud y el segundo, en cuanto se lo considere como derecho fundamental, dispone que se lo regule siguiendo el procedimiento señalado para las leyes estatutarias.
«De la carrera no queda sino el cansancio», reza un adagio popular. Nuestro desgobierno consideró que le era más fácil obtener su aprobación si se lo tramitaba como proyecto de ley ordinaria.
Ahora hace esfuerzos desesperados para salvarlo en el Congreso, sin considerar que sería muy probable que, de ser aprobado, la ley resultante tendría que someterse al escrutinio de la Corte Constitucional. Ésta ya ha anunciado que, si a su control llegaren leyes prima facie inconstitucionales, podría decretar su suspensión provisional.
Voces muy autorizadas, que no coinciden con las calenturientas y torpes que se emiten desde la Casa de Nariño, ponen de manifiesto que el sistema de salud que se adoptó hace más de tres décadas ha obtenido logros muy significativos, pero requiere ajustes urgentes para garantizar su sostenibilidad y poder extenderlo a segmentos de población para los cuáles todavía resulta de difícil acceso.
Es asunto que debería ser tema de un gran acuerdo nacional. Pero los comunistas que controlan el poder ejecutivo quieren todo o nada. Todo, para ellos, es estatizar la prestación del servicio de salud, tal como ocurre en Cuba y otras latitudes. Lo ha dicho el que nos desgobierna: los recursos del sistema son públicos y no pueden administrarse por particulares.
Se olvida que nuestra Constitución Política no es estatista. Por el contrario, promueve la cooperación entre el sector público y el privado, ciertamente bajo la dirección estatal, pero sin desconocer los aportes muy positivos que el emprendimiento privado puede hacer en pro del bien común.
Esperar sensatez de parte de quien nos desgobierna equivale a pedirle peras al olmo. Con todo, ojalá que las realidades lo obliguen a explorar soluciones razonables para abordar los problemas existentes, en lugar de agudizarlos a punto de impromptus.
Con su habitual garrulería, nuestro Profeta Apocalíptico lanza acusaciones temerarias contra las EPS con el propósito de desacreditarlas, diciendo que han cometido desfalcos ruinosos para el sistema. Algo de ello podría ser cierto, pero la crisis financiera es resultado de otras causas que, por ejemplo, el exministro Jaime Arias ha expuesto magistralmente hoy en «La Hora de la Verdad»(vid. (13) LA REFORMA A LA SALUD: A LAS MALAS, A LAS PATADAS: JAIME ARIAS ABRIL 10 DE 2024 – YouTube).
Es posible que el proyecto impregnado de carga ideológica que está promoviendo el desgobierno comunista no apunte al fondo del problema y ofrezca soluciones ilusorias llamadas a estrellarse contra la realidad de los hechos. En otras palabras, sería el caso de adoptar remedios peores que las enfermedades que se pretende aliviar.
Se cuenta que el Héroe de Ayacucho, que era muy pagado de su persona, al mirarse en el espejo preguntó qué le faltaba, a lo que su ordenanza le respondió: «Juicio, mi general».
Creo que lo mismo hay que aconsejarle a nuestro Líder Galáctico, que, como dice un tangazo, parece tener «el mate lleno de infelices ilusiones» (vid.mano a mano letra – Búsqueda (bing.com).
Jesús Vallejo Mejía
Publicado: abril 15 de 2024