El maniobrero Vargas Lleras legitima a Petro

El maniobrero Vargas Lleras legitima a Petro

Genio y figura hasta la sepultura. Germán Vargas Lleras, campeón de la política menor, un habilidoso maniobrero que edificó su carrera política dando tumbos -y coscorrones-, haciendo movimientos extraños y alianzas hasta con el demonio, ha salido con la tesis manida de es importante respaldar la propuesta de Petro de convocar a una asamblea constituyente para, en palabras suyas, “derrotarlo”.

El exvicepresidente de Santos dice que “Millones de colombianos, hoy sumidos en la incertidumbre, se preguntan ¿qué pueden hacer? Y yo les digo organicémonos. La constituyente es un mecanismo democrático al cual podemos concurrir y ser mayoritarios, y así poner fin a este desangre en el que nos ha sumido el actual gobierno del ‘cambio’”.

Es evidente que Vargas busca desesperadamente un posicionamiento como jefe único de la oposición, y desde ahí sentar las bases para presentarse nuevamente como candidato presidencial. El jamás será presidente de Colombia porque representa todo lo malo, lo pútrido, lo deleznable de la política tradicional. Vargas Lleras es de las pocas personas capaces de generar un consenso de rechazo respecto de su persona. 

Pero además resulta increíble que él, que es zorro y conoce bien los vericuetos de la política colombiana, sea tan ingenuo de creer que la eventual elección de delegatarios que integren la constituyente petrista va a ser limpia. 

Lo primero: las constituciones no se cambian al vaivén de los caprichos de los gobernantes. La estabilidad democrática es directamente proporcional a la estabilidad constitucional.

Petro ha confirmado que a través de las instituciones establecidas no puede introducir las reformas con las que pretende volver pedazos a Colombia. Y es por eso que ha empezado a hablar de la convocatoria de cabildos abiertos que serán el preámbulo de un “estallido social” provocado y controlado por él mismo, con el fin de ambientar la introducción de una constituyente sin ajustarse a las reglas que para ese tipo de asambleas fijan la constitución y la ley. 

Algo exactamente igual ocurrió en 1990, cuando se planteó una asamblea constitucional -así la denominó el entonces presidente Cesar Gaviria- que no tenía sustento legal de ninguna naturaleza. No importó. El resultado fue una Carta cuyo origen es espurio, pero que ha regido durante las últimas tres décadas. 

Esa tesis de Vargas Lleras de que hay que montarse en la constituyente para derrotar a Petro, obliga a recordar el infeliz epílogo del plebiscito de 2016. 

Un sector del uribismo propuso que debía hacerse campaña por la abstención. La mayoría de congresistas de la bancada del expresidente Uribe, y él mismo, consideraron que era necesario promover el voto por el NO. 

Contra todo pronóstico, el uribismo ganó. Santos, envalentonado con su Nobel de paz, se robó el resultado e impuso a la brava el acuerdo maligno con los terroristas de las Farc. 

Algo parecido sucedería si eventualmente la oposición a Petro logra la mayoría de constituyentes. El presidente socialcomunista no va a respetar ningún resultado distinto al que él quiere. 

Al participar en ese potingue hediondo que propone Petro, se le está dando legitimidad al mismo. El camino a seguir es el de la oposición cerrada, sin contemplaciones ni contemporizaciones. De un lado estará Petro y su cuadrilla, y del otro los ciudadanos decentes que no quieren que sus libertades democráticas fenezcan. Y en el medio siempre habrá especímenes despreciables como el doctor Germán Vargas Lleras.  

@IrreverentesCol

Publicado: marzo 21 de 2024