Por estar concentrada en las insensateces y en las frecuentes estulticias que brotan de la boca de Petro, la opinión pública no ha dedicado el tiempo y el espacio suficientes para cuestionar los nombramientos tan delicados que ha hecho el gobierno central.
Las superintendencias, empezando por la de Industria y Comercio, están convertidas en tenebrosas policías políticas. La designación de la brutal Cielo Rusinque como cabeza de esa entidad es un mensaje que debe hacer temblar a todos los empresarios del país.
Aquellos que no marchen al ritmo que imponga la Casa de Nariño, caerán en la red de una dependencia que tiene facultades de policía judicial, ergo puede interceptar correos, revisar comunicaciones y fabricar expedientes con los que, literalmente, pueden acabar con la empresa que la Casa de Nariño decida.
Luis Guillermo Pérez, uno de los más agresivos y violentos militantes de la extrema izquierda colombiana -fue directivo de la fábrica de falsas víctimas denominada ‘Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo’- fue nombrado como Superintendente de Subsidio Familiar, entidad que controla y vigila a todas las cajas de compensación.
El militar retirado de corte bolivariano Alfonso Manzur Arrieta tiene el control de nada menos que la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada. Además de ejercer sobre las empresas de celaduría, es él quien decide qué ciudadanos pueden o no, por ejemplo, blindar sus vehículos, una licencia que ahora, cuando la delincuencia campea, es más demandada que nunca.
El Departamento de Planeación Nacional tiene rango de ministerio. Es una entidad absolutamente técnica que históricamente ha sido dirigida por profesionales de la más alta categoría. Normalmente, a ese cargo acceden economistas reconocidos por su amplia trayectoria en la academia.
Hace unas semanas, Petro sacó a Jorge Iván González quien venía desempeñándose desde el comienzo de su gobierno como director de ese departamento administrativo. La salida se produjo por cuenta de que González tuvo la entereza y la honestidad intelectual y profesional de oponerse a las monstruosidades que recurrentemente plantea el presidente de Colombia.
En su reemplazo fue designado nadie menos que Alexander López, un agitador sindicalista que acaba de perder su curul en el Senado por orden del Consejo de Estado.
Cuando se conoció ese nombramiento, con toda lucidez el atildado economista Alberto Bernal no ocultó una indignación que comparten millones de colombianos, y escribió en su cuenta de X lo siguiente: “no me crean tan pendejo, pasamos de tener a los mejores economistas de Colombia manejando al DNP, a tener al payaso Alexander López en ese puesto tan relevante. Esta joda parece una pesadilla sin fin…”. Cerró su elocuente publicación diciendo: “La madre para todos los cretinos que votaron por esto”.
Según su registro académico, el nuevo Director de Planeación de Colombia es abogado con especializaciones en políticas públicas y administración de empresas.
Pero su vida no se ha desarrollado, ni mucho menos, en los ambientes propios de quienes deben ocupar un cargo de semejante responsabilidad como es la dirección de planeación. Todo lo contrario. A los 19 años se vinculó a Sintraemcali, sindicato que empezó a presidir tres años después. De ahí pasó al Senado a comienzos de siglo, y renovó repetidamente su curul, hasta hace pocos meses cuando fue anulada su elección por doble militancia.
La designación de López es una señal equivocada y obliga a que se enciendan todas las alarmas. Él es un campeón del bochinche, de la algarabía, el ruido y las expresiones grandilocuentes, pero nunca ha sido y difícilmente será un hombre ponderado, serio, riguroso y responsable, características personales que debe tener quien ocupe el cargo en el que ha sido designado.
Publicado: febrero 27 de 2024