La única manera de educar es dando ejemplo, Einstein.
Comenzó el período académico 2024 -1 dentro del sistema educativo colombiano con más incertidumbres que certezas y realidades.
Picketty sostiene que: en todos los países, uno de los principales objetivos de las instituciones educativas es permitir cierta movilidad social. ¿En qué medida logran realmente las instituciones existentes ese objetivo hoy? (Ver: Picketty Thomas, 2013, El Capital en el siglo XXI, Pág 534).
Piketty, plantea un interesante argumento: ¿La masificación de la educación permitió una renovación rápida de los ganadores y perdedores con respecto a la desigualdad social?
La respuesta, según Piketty, parece ser negativa teniendo en cuenta que el modelo educativo del siglo XXI se convirtió en una oligarquía meritocrática lo cual ha producido una desigualdad, aún, más pronunciada. Para ingresar a Harvard, por ejemplo, un padre de familia debe cancelar $450.000. ¿Quién tiene acceso a $450.000? Tan solo el 2% de los ricos a nivel mundial.
A nivel colombiano, los doctorados y los MBA se han convertido en un exclusivo grupo de personas que logran acceder al igual que una Maestría con un costo promedio de $30 a $40 millones.
De la misma forma, ingresar a una carrera profesional donde los rangos promedios se encuentran entre $9.000.000 hasta $20.000.000 se ha vuelto todo un drama para los padres de familia.
Otra problemática en la academia que debería sumarse a la pregunta inicial de Piketty: ¿lo que se está ensañando en el siglo XXI corresponde a las realidades presentes?
¿Cómo logra un joven concejal de Bogotá, por ejemplo, alcanzar 60.000 votos con tan solo una semana de carrera política? Números de votos que envidiaría cualquier político del partido conservador con años de experiencia en maquinaria.
¿Tiene sentido cancelar $9.000.000 para una carrera como ciencias de la comunicación – ¿la comunicación es una ciencia? – con la crisis de estructura económica y ética periodística que padecen los medios de comunicación? Sumado a lo anterior, la problemática de las redes sociales.
El caso de las facultades de derecho, donde abundan los abogados de mala fe empeñados a socavar al Estado o a defender a criminales que lo único que merecerían es la horca en plena plaza pública.
La corrupción administrativa: ¿corresponde al reflejo de la descomposición de la sociedad del siglo XXI o es que en la academia se enseña a ser corrupto?
Al parecer, habría que replantear el modelo educativo en el siglo XXI.
La cifra de deserción universitaria presentada por un rector de una prestigiosa universidad norteamericana: 35%, corresponde a una voz de alerta donde la juventud del siglo XXI no se identifica ni con el modelo educativo existente, ni con su proyecto de vida a futuro.
Este fenómeno de la desesperanza juvenil en tiempo presente debería ser tenido más en cuenta por los dirigentes corruptos y amorales del petro caos.
Si educáramos con el ejemplo, como bien lo plantea Einstein, casos como el de Nicolás Petro, ad portas de, no se presentarían.
Si educáramos con el ejemplo no se estuvieran destruyendo tantas familias por el hedonismo, materialismo y el consumo de drogas en nuestra juventud descarriada.
Hablando de juventud: Galán el alcalde, promueve las zonas de consumo de drogas. No, plantea un plan de prevención al consumo de drogas, siendo su obligación.
Mientras tanto, un almuerzo corriente que costaba $10.000 antes de la reforma progresista del ex ministro Ocampo con su sonrisa irónica, hoy $16.000.
Puntilla: partido conservador dentro de su descomposición doctrinaria guarda silencio cómplice y absoluto frente al desgobierno amoral y corrupto del petro caos…
Rafael Gómez Martínez
Publicado: febrero 6 de 2024