Es evidente que Petro compró el silencio de Armando Benedetti. Y lo hizo como más le gusta a ese corrupto político costeño: con dinero público. En Ecopetrol, por ejemplo, se habla insistentemente con que el presidente de esa empresa, el cuestionado Ricardo Roa nombró a una cuota de él en una de las vicepresidencias de la compañía, información que de ser confirmada delataría que, efectivamente, la principal empresa de Colombia está siendo sometida a un nauseabundo proceso de politización.
Roa, que fue el gerente de la campaña de Petro, es el primer interesado en asegurar el silencio de Benedetti, ese mismo al que el canciller Leyva califica de “alcohólico y drogadicto”, y que ha dado muestras de ser incapaz de controlar sus impulsos.
Benedetti es sinónimo de corrupción. Es raro el escándalo de robo de dinero públicos en el que el nombre de ese sujeto -o el de sus hermanos Ángela y Camilo- no aparezca mencionado. Él mismo, en mensajes de audio enviados a la también corrupta y pupila suya Laura Sarabia, confesó haber tramitado el ingreso de $15 mil millones de pesos de la mafia a la campaña presidencial de Gustavo Petro.
Los crímenes cometidos durante los veinte años en los que fungió como representante a la cámara y senador de la República, hasta ahora han permanecido en la más asquerosa impunidad. Los procesos en su contra, adelantados por la sala de instrucción de la corte suprema, no avanzan, y no lo hacen porque, en palabras de un allegado de Benedetti, el excongresista tiene “hablados” a tres de los seis magistrados de esa corporación.
¿El compromiso de los togados también incluye separar a la magistrada Lombana de las investigaciones?
Las pruebas que confirman el enriquecimiento ilícito y el lavado de activos del otrora hombre fuerte del petrismo, son demoledoras. Los números no cuadran y contablemente hay una protuberante disparidad entre lo que ese sujeto percibió legalmente y los bienes que adquirió en los años en que estuvo en el Congreso de la República.
Las cifras son confusas y, lo más sospechoso, es que su defensa se ha centrado en decir que recibió préstamos multimillonarios en efectivo, sin que medien documentos que confirmen la existencia de dichos compromisos, ni el pago de los mismos.
Todas las personas son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. En el caso de Armando Benedetti Villaneda hay montañas de evidencias documentales que son más que suficientes para privarlo de la libertad y para imponerle sendas condenas. Enriquecimiento ilícito, interceptación de comunicaciones, parapolítica, Odebrecht. En fin. Donde estalle un escándalo, allí ha estado involucrado Benedetti.
Y, claro, la impunidad lo anima a seguir delinquiendo porque el de él es un caso patológico, que bien podría servir para complementar una nueva edición de la monumental obra de Lombroso sobre las características psicológicas y morfológicas de los criminales.
Publicado: octubre 25 de 2023