Hay que estar atento al presidente Petro. De todas maneras es un hombre que se ha erigido como alguien importante, con un supuesto prestigio de intelectual, a pesar de que no es historiador, ni es economista, ni ambientalista, ni es estadista, por la sencilla razón que no profundiza en los temas, es decir no tiene fondo, todo es muy superficial, casi vano.
No es un investigador nato porque es simplemente un lector de solapa, y cuando solo se lee solapas, se produce en la mente y en la memoria un revoltillo de cosas que producen la incoherencia que lo caracteriza y la caídas frecuente en errores filosóficos semánticos o lo que se llama popularmente “metidas de patas”, dado que sus teorías tienen más una dosis de información superficial, ligeramente poética, que de investigación profunda. Hay más imaginación que investigación, más ficción que realidad.
De hecho fue muy bueno para la oposición como lo demostró en el congreso, donde tenía la solución a todos los problemas de la nación, porque la teoría tiene esa delicia que soluciona todas las cosas, mientras la praxis política es un muro fuerte de atravesar.
Petro tiene en altas dosis lo que los griegos llaman pensamiento teórico, que muchísimas veces es contraproducente con la dialéctica de la realidad política. De hecho los griegos planteaban para su época (hoy creo que no es aplicable), que los gobernantes deben ser poetas. Sin embargo en tiempos modernos, no se descarta que un gobernante con los pies en la tierra pueda ser poeta. Y así fue en Colombia por un tiempo, muchos presidentes eran poetas, cuando los gobernantes han debido ser industriales o empresarios.
De todas maneras hay que estar atentos porque el hombre tiene una oratoria(a mí personalmente me molesta al oído) pero que al grueso de la población puede, óigase bien, puede cautivar. Por lo tanto se convierte en un peligro, más si esta investido de la majestad de la presidencia de una república democrática con gran tradición política como es Colombia. O cuando estuvo investido de un fusil terciado en el pecho.
De toda manera se le perdonaron sus “pecados”, y hasta se le dio la oportunidad que gobernara, dada la gran tradición democrática de nuestro país.
El presidente mismo debe saber que casi el 70% de la población lo detesta, pero los colombianos tenían que beber el trago amargo de sus posturas políticas, muy respetables pero hartas caducas, y que deja a un pueblo saciado de la ideología estatista.
A mi personalmente me da lástima el presidente, él se dio cuenta que la teoría está muy distante de la praxis. Incluso pienso que se ha perdido una oportunidad histórica tan necesaria para un cambio, porque ciertamente la inequidad es mucha. Un cambio como lo había prometido, pero sin caer en extremismos ideológicos.
Publicado: octubre 26 de 2023