No podía ser de otra manera. En La Maestranza de Sevilla, y ante cerca de trece mil aficionados, Julián López, El Juli, cortó su castañeta, poniéndole punto final a una carrera en la que debutó como becerrista con 12 años en la pequeña plaza de Mont-de-Marsan, un pueblecito del sur de Francia.
Adiós a uno de los últimos héroes españoles que se ganó la vida con la espada. Recibió la alternativa la tarde del 18 de septiembre de 1998 con Manzanares como padrino y Ortega Cano de testigo. Dos meses y medio después, en la Monumental de México la confirmó.
Con sólo cuarenta años y mil novecientas corridas que le significaron 2863 orejas, 98 rabos y 965 salidas en hombros, le puso punto final a su carrera.
La tarde previa a su despedida, en Las Ventas, plaza que le fue tan esquiva y cuya afición lo trató con singular dureza, ofreció el último a nadie menos que a la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid Isabel Díaz Ayuso: “Te quiero agradecer por todo lo que has hecho por la tauromaquia, por lo que haces por España y por Madrid. Eres un ejemplo y te brindo este toro con toda mi admiración y respeto”.
Cartel de lujo: El Juli, Sebastián Castella y Daniel Luque. Seis toros de Gracigrande y Domingo Hernández.
El primero le fue ofrecido a la afición mexicana, esa de la que no pudo despedirse y él mismo lo lamentó en el momento de la ofrenda: “por razones políticas no se me permitió despedirme de México”.
En el cuarto, ‘Saleroso’, que fue el último de un Juli vestido con traje vino de burdeos y oro, hubo derroche de arte desde que resolvió irse a porta gayola. Hermosa tanda de verónicas e inmediato estallido de aplausos. Ofreció el toro a un publico embargado por la emoción.
La faena estuvo acompañada por las notas de los ‘Suspiros de España’. La Maestranza ovacionó de pie al matador.
En la muleta, el toro perdió las manos en los primeros compases. El Juli se creció, intercaló pitones en series muy medidas. La estocada fue limpia y el clamor de oreja inmediato. La presidencia concedió una sola, a pesar de que el respetable demandó infructuosamente la segunda.
Fueron 25 años en lo más alto de la tauromaquia, una manifestación artística perseguida salvajemente por el fundamentalismo socialcomunista. El Juli hizo suya esa celebérrima máxima de don José Bergamín: “Torear es desengañar al toro, no engañarlo. Burlarlo, que no es burlarse de él”.
Publicado: octubre 2 de 2023
Inolvidables las tardes de éxtasis en el ruedo con el banderillero,aquel que desempolvó de lo más profundo de las plazas mexicanas,lo más puro del toreo con la capa.
Aquella tarde de alternativa,dejo perplejos a los asistentes de la plaza con ese espectacular y desconocido lance, que apropió para el con el nombre de lopecina, este que no es otro más que la famosa zapopina, como olvidar que a uno de los toros de su alternativa le puso un soberbio par de banderillas ,dejando uno de los palitroques inserto en el hoyo de las agujas que por poco pasaporte al toro.
Todas las tardes que le ví torear fueron las mejores tardes de toros que he visto,se va uno de los más grandes, se va el mejor.
Gracias Juli, por interpretar el toreo ortodoxo y el de tu propia inspiracion
Añoraremos las tardes en la plaza de manizales con tu presencia.
Gracias Julián Lopez