La elección popular de alcaldes exige un debate demasiado riguroso y una reforma a fondo; es imposible continuar con este sistema electoral que invisibiliza a candidatos que, por sus cualidades, características, condición moral y ética, les es imposible competir con candidatos que tienen como única herramienta, abultados recursos económicos que les permite estar en la primera fila de la mirada mediática de los electores.
Qué posibilidades de competir equitativamente tiene un candidato (a) a una alcaldía que no tiene los recursos para pagar vallas, cuñas radiales, avanzadas, para mantener toda una empresa electoral, necesaria para la operación diaria, entre ellas, el equipo de comunicaciones. Su éxito, mínimo, depende, tal vez, de la misma podredumbre en que se encuentren las ciudades, para que los electores opten por un candidato de estas características, más como venganza, contra esa clase política que tiene secuestrado el desarrollo de las ciudades.
Lo que estamos presenciando en esta la campaña es decadente. Por ejemplo: candidatos prometiendo temas penitenciarios y migratorios, o militarizaciones como solución a la inseguridad, fingiendo ropajes presidenciales. No solo están desconociendo sus competencias, también sus deberes, reglados en el ordenamiento jurídico. En su afán por presentarse como los más rudos contra la criminalidad, olvidan que, la política de seguridad de todas las ciudades, depende de las políticas que direccioné el presidente de la República a través de las Fuerzas Militares y en articulación con la Fiscalía, Procuraduría, y otras instituciones del orden nacional como la Defensoría. Me dirán, entonces que hacen los alcaldes, pues ser alcaldes, eso esta reglado.
Los problemas de inseguridad de ciudades como Bucaramanga no se solucionan con elegir un alcalde que afirma ser el Bukele criollo, porque fuera de caricaturizar la figura presidencial de un presidente sui géneris, revela su desconocimiento de las causas que han generado que los indicadores y la sensación de inseguridad de la ciudad estén en porcentajes que tienen a la seguridad como única prioridad en este proceso electoral.
Los candidatos y electores olvidaron que las ciudades dejaron de ser ciudades para ser ciudades metropolitanas con características de ciudad región, lo que implica, que la solución de varios problemas estructurales que nos aquejan, entre esos, la inseguridad, exige, concertación, dialogo, planeación, gestión, presupuesto, ejecución, y demasiada pedagogía, educación, cultura cívica, ejemplo, experiencia, y le sumaría, talento y relaciones para articular con un gobierno nacional que desconoce a las autoridades regionales y locales, y desprecia la descentralización.
Que las encuestas, la polarización, la manipulación de las redes sociales, y otros elementos de presión, no induzcan su voto, que su voto sea el resultado de un discernimiento real. No olviden repasar Mateo 22,15 – 21.
Publicado: septiembre 20 de 2023