No es un espectáculo musical, ni una obra de teatro, ni mucho menos una opereta. Es la familia Petro haciendo de las suyas, delatándose, revelando intimidades, ventilando historias médicas y confesando sus delitos.
Cuando el primogénito del presidente fue evidenciado por su despechada exesposa, Petro intentó desmarcarse al decir que no había participado en la crianza del malhechor Nicolás, cuya lealtad con su padre se acabó en el mismo instante en que la justicia le echó mano.
Más se demoró la fiscalía imputándole cargos y mostrando las primeras pruebas, que él en anunciar su interés de perfeccionar una matriz de colaboración. Al parecer, su voluntad se ha diluido como consecuencia de las “amables” visitas que su padre le ha hecho en Barranquilla, lugar del que no puede salir pues el juez decretó que tendría esa ciudad por cárcel.
La esposa de Petro, que hace las veces de primera “dama”, baila, salta, menea sus caderas con toda la ordinariez posible, ordenó que la presidencia de la república celebrara un contrato con un esteticista que le hace masajes a orillas del mar, frotes que ella prefiere recibir bajo efectos de las drogas, tal y como quedó registrado en un video ampliamente difundido en las redes sociales.
Rebosante de emoción, con el tonito desafiante que utilizan los nuevo ricos, la hija -una de las tantas- de Petro, Andrea, recuerda permanentemente que “nosotros somos la familia presidencial”. En realidad, parecen una banda presidencial. Llegaron a lo suyo: saquear y abusar. El Estado, para ellos, es como un limón que debe ser exprimido hasta la última gota. Valdría la pena que algún acucioso investigador se diera a la tarea, por ejemplo, de revelar cuántos contratos le han sido otorgados a Euclides Torres de manera directa o a través de los muchos testaferros que tiene ese oscuro personaje que, nadie lo duda, es el principal mecenas de los Petro.
El espectáculo no puede ser incompleto. El hermano favorito, el compinche, compañero de mil batallas estaba en mora de continuar aportándole al escándalo.
Desde los tiempos de campaña, Juan Fernando se encargó de hacer parte del trabajo sucio. Mientras Nicolás agenciaba los dineros de la mafia para financiar actos proselitistas, el “hermanísimo”, de la mano del hoy comisionado de paz y de la peligrosa Piedad Córdoba, se paseó por casi todos los pabellones de máxima seguridad con el fin de asegurar el apoyo del narcotráfico a la candidatura presidencial. La historia fue revelada antes de las elecciones, y confirmada en los tristemente célebres Petrovideos.
A pesar de que el asunto fue ampliamente desvelado, la mayoría ciudadana resolvió conducir al exterrorista del M-19 a la silla de los presidentes. Esa elección es prueba fehaciente de la atonía moral que padece Colombia.
Sediento de publicidad, Juan Fernando apareció en un reportaje reconociendo una vez más que su hermano ganó gracias a los votos que aportó la delincuencia. En sus propias palabras: “El Urabá y el Magdalena Medio, dirigidos desde las cárceles (sic), lograron una votación que Uribe lo entendió. Él lo dijo: ‘me parece raro, curioso y extraño que en lugares donde Petro no podía ni llegar, ahora gana masivamente’. Nosotros vimos que, entre el Norte de Santander, entre el Urabá antioqueño, entre el Magdalena Medio, Gustavo obtuvo un millón y pico de votos que no tenía antes. Con ese millón de votos es que ganó (sic)”. A la pregunta de la periodista -la Nena Arrázola-, sobre la incidencia de los presos en el resultado, Juan Fernando respondió: “¡Claro! Nosotros estuvimos allá [en las cárceles], porque allá adentro entendieron…”. Y luego dio detalles del acuerdo que, básicamente es lo que el país ya conoce: no cárcel y no extradición a cambio de la entrega de bienes. Según el hermano del presidente de Colombia, “el clan del golfo nos dijo: nosotros entregamos el 90% de nuestros bienes. Déjennos el diez porciento para trabajar en los territorios”.
Si con esa confesión Juan Fernando Petro no es condenado, entonces habrá que reconocer que, efectivamente, la justicia colombiana es rey de burlas.
El mandatario no tiene excusa. No podrá negar al hermano que en esa entrevista también habló de los síndromes psicológicos que él -Gustavo- padece.
A falta de una oposición vigorosa, porque en Colombia son muy pocos los que le plantan cara al régimen, es bastante paradójico que quienes estén haciendo aquel trabajo sean los propios miembros de la cacareada “familia presidencial”.
En conclusión, la verdadera y más eficaz oposición a Petro la están haciendo los Petro.
Publicado: septiembre 6 de 2023