Suele decirse que el país requiere mucha más democracia de la que tiene y que esta cuesta mucho dinero, y que tal gasto no debería escatimarse ni provocar un lastimero arrepentimiento. Al respecto, yo no estaría tan seguro. Válgase anotar que por ‘más democracia’ suele entenderse ‘más representatividad’, como si esta asegurara más bienestar para los representados y no, como ocurre a menudo, todo lo contrario.
Si alguien se pregunta por qué Medellín se ha destacado en el país como un caso notorio de mayor desarrollo y bienestar para sus habitantes debe mirar hacia el pasado cuando un grupo de visionarios decidió que la ciudad debía tener excelentes servicios públicos provistos por una empresa manejada técnicamente, en cuyas decisiones no metieran mano los políticos, cosa que en términos generales se ha cumplido.
También se ha construido una institucionalidad fuerte en compañía con la academia y la empresa privada. Pero no ha sido más democracia representativa, burocrática y generalmente corrupta, la que ha servido para mejorar los niveles de vida de sus habitantes. Hay pruebas al canto.
Veamos cómo la democracia se vuelve patética. El área metropolitana de Medellín está conformada por esta ciudad capital y nueve municipios más que se amontonan en el estrecho Valle del Aburrá: cuatro al norte de la ciudad (Bello, Copacabana, Barbosa, y Girardota) y cinco al sur (Envigado, Itagüí, Sabaneta, La Estrella y Caldas). Solo tres de ellos (Bello, con alrededor de 570.000 habitantes; Itagüí, con cerca de 290.000, y Envigado, con algo más de 240.000) tienen más pobladores que la comuna más populosa de Medellín, que es Belén, con 217.000 almas. Los demás están muy por debajo. Incluso, Medellín tiene un corregimiento más poblado que la mayoría de sus satélites: San Antonio de Prado, con 116.000 moradores y contando.
Y no hay duda de lo mucho que esos municipios se han beneficiado de tener un astro rey que ha guiado el camino de todos. Medellín no sólo dotó de buenos servicios públicos a sus habitantes, sino que desde hace décadas provee a sus vecinos de acueducto, alcantarillado, energía eléctrica y gas. Y a través de Tigo-Une, filial de EPM, les llega con telefonía, televisión por cable e internet. Obviamente, los suscriptores, sean de Medellín o de La Estrella, pagan conformes por el buen servicio.
Para ajustar, esos municipios también se benefician del sistema metro, que cubre casi todo el valle, muy a pesar de que hace 30 años un demente alcalde de Envigado, Jorge Mesa Ramírez, no lo dejó pasar por sus dominios, por lo que hubo que diseñar un puente en diagonal para cruzar a la otra orilla del río y no transitar por ese municipio, lo que encareció la obra.
En síntesis, ¿qué han hecho los políticos por cada uno de esos municipios vecinos de Medellín? Sí, tienen sus hospitales y colegios, pero resulta incomprensible que esos villorrios no sean meras comunas o simples barrios de la capital antioqueña, con lo que nos ahorraríamos millonarios recursos.
Es que, si raya en lo ridículo que Antioquia tenga 10 candidatos a la gobernación y Medellín 14 a la alcaldía —con predominio de corruptos y de desconocidos, que es otra forma de corrupción—, no sé qué calificativo pueda dársele al caso de Sabaneta, el municipio de menor extensión territorial en Colombia (15 Km2, 88.000 habitantes), donde hay 10 candidatos a la alcaldía y un centenar de alimañas peleándose los asientos del concejo municipal. Y no hay que ser muy listo para entender que el costoso circo de las campañas se sufragará con creces mediante los puestos y contratos que se van a feriar no solo entre los ganadores sino hasta entre opositores, los cuales hacen ver la rebatiña como un juego democrático.
¿Qué sería más conveniente para el bienestar de todos, convertir las 16 comunas de Medellín en pequeños municipios con su alcalde, secretarios del despacho, concejales y toda clase de entidades burocráticas que se comen gran parte del presupuesto o fusionarle los nueve planetoides vecinos liberando recursos para más obras y más estímulo al sector privado, que es el que genera empleo?
Hoy nos sorprendemos de que nuestra democracia esté en juego en cabeza de un sicótico mediocre que ahora intenta soliviantar al campesinado mientras se acalla el escándalo de la semana; un nuevo enredo de su mujer, ahora implicada en la compra irregular de tres helicópteros. Es que, de aquellos polvos, estos lodos.
Publicado: septiembre 12 de 2023