Mucho se ha comentado sobre la afición -¿o adicción?- del presidente de Colombia al alcohol y las drogas. Lo que en principio fueron rumores, ahora parece ser una certeza. Sus constantes desapariciones e incumplimientos alimentan las versiones de que el consumo se le está saliendo de las manos.
Esta semana el acucioso profesor Luis Guillermo Vélez Álvarez, que además es candidato al concejo de Medellín, publicó un párrafo del libro autobiográfico de Petro –Una vida, muchas vidas– en el que el hoy jefe de Estado colombiano cuenta cuándo y dónde empezó su consumo de drogas.
En el gobierno de Ernesto Samper, luego de ser derrotado como candidato a la Cámara de Representantes, Petro alegó recibir unas supuestas amenazas de muerte, razón por la que fue nombrado en el cargo de segundo secretario de la embajada de Colombia en Bélgica.
En su libro, el actual presidente dedicó un capítulo a la narración de su experiencia en la capital belga.
Relata que “quemaba el tiempo caminando por las calles en el frío, conociendo los rincones de Bruselas”. La melancolía se hace evidente cuando confiesa que “como no hablaba el idioma, no podía entablar una conversación con nadie. Así que recorría la ciudad en silencio, envuelto en una profunda soledad”.
Hace pocos días, en el publirreportaje que le hizo el portal de internet Cambio, Petro manifestó que jamás ha tenido episodios depresivos.
Pero en la historia sobre su vida en Bélgica dice lo contrario: “Al cabo de unos meses, empecé a sentir más confianza y decidí frecuentar tabernas donde se reunían los árabes y los negros del Congo. La música que oían me llamaba la atención, porque sin duda sus canciones tenían nexos indiscutibles con los sonidos del Caribe. Aunque me sentía más en casa, al final de la noche no lograba sacudirme de encima el frío y la sensación de estar lejos de casa. Con el tiempo, sin embargo, comencé a dejar a un lado esa soledad, QUE HOY PODRÍA LLAMARSE UNA DEPRESIÓN. No me dejé hundir, porque estaba con mi familia y ellos eran mi válvula de escape”.
Esa manifestación que hoy se intenta soslayar, coincide plenamente con lo declarado por la excandidata presidencial Íngrid Betancourt quien ha rememorado con lujo de detalles el deterioro emocional que ella pudo constatar cuando visitó en Bélgica al ahora presidente de Colombia.
Respecto del consumo de drogas, Petro escribió: “CON UNA AMIGA COLOMBIANA EXPLORÉ INCLUSO EL CONSUMO DE ALGUNAS DROGAS, la experimentación con las sensaciones, el viaje hacia el interior, hacia lo más profundo, desligado de los nexos de la sociedad, de mi propia lucha y vocación; trataba de explorar los nuevos rincones de una geografía interna…”.
Las mentiras y contradicciones hacen parte del paisaje petrista. Es evidente que el presidente de Colombia sostiene una confrontación a muerte con la verdad. Cuando sus falacias son evidenciadas, se excusa alegando que él no es responsable de lo dicho. Frente a las revelaciones de su libro, ¿también dirá que él no es el autor del mismo? ¿Se atreverá a asegurar que la “derecha” modificó el contenido de su autobiografía?
Publicado: agosto 31 de 2023
Me entristece tener un presidente drogadicto pero me enorgullece ser colombiana. No es contradictorio, lo siento desde mi corazon!
Sinceramente,cuando un personaje tan funesto,que en mala hora es elegido presidente con artimañas engaños y mentiras,cualquier razón que la confirme la procederá a desmentir,Ingrid lo visito,lo vio no son inventos,pero su afición a la mentira lo hacen negarlo,como lo de las bolsas con sucios 💰 dineros, su criminal actuar con el M-19,en violaciones y secuestros,resumiendo que se puede esperar de un mitomano y drogo.