Uno de los principales propósitos del comunismo consiste en la incorporación de nuevas palabras y nuevos significados. Con una gran lucidez, Orwell se refirió en su monumental obra 1984 a la neolengua con la que se obligaba a los ciudadanos a utilizar el menor número de palabras. El propósito: limitar el pensamiento.
Petro, en su obsesión por blanquear a sus socios narcoterroristas, ha obligado a través de un acto administrativo el uso de buenos y benignos términos frente a las estructuras ilegales. Tratarlos con cariño y consideración.
El primero en hacer caso del capricho presidencial fue el siniestro ministro de Defensa Iván Velásquez quien empezó a referirse muy respetuosamente al ELN, por el significado de su sigla: “Ejército de Liberación Nacional”. Sólo le faltó inclinar su cabeza mientras recitaba con lentitud y majestuosidad el nombre de la estructura que continúa haciendo parte de las listas internacionales de organizaciones terroristas.
La orden de observar buenas maneras ante los criminales fue el preámbulo del anuncio de una mesa de diálogo con las mal llamadas “disidencias” de las Farc, banda terrorista que pactó una desmovilización muy parcial con Santos. El grueso de las células continuaron en la ilegalidad, sobre todo aquellas que mayor control tenían sobre la fabricación y el tráfico de sustancias estupefacientes.
Que Petro quiera insistir en la impunidad de los facinerosos como él no tiene porqué sorprender. Lo que sí resulta desconcertante e inadmisible es que el partido que se presenta como el principal defensor de la democracia y de las libertades en Colombia, esto es el Centro Democrático se preste para legitimar esa sinvergüencería.
Uno de los hombres de mayor confianza del expresidente Uribe es el oscuro José Félix Lafaurie, quien con la bendición del errático exmandatario ingresó al pretendido “equipo negociador” con el ELN.
Y ahora ha trascendido que el propio Uribe instruyó al exministro -y campeón de la política marrullera- Fabio Valencia Cossio para que, en nombre del uribismo, legitime esos acercamientos espurios, imprudentes e inaceptables con las bandas narcotraficantes que usan el brazalete de la organización criminal que comanda Rodrigo Londoño, alias Timochenko.
Aparentemente el doctor Uribe Vélez no valoró muy bien el impacto de su decisión. Él, que se dice tan amigo y aliado de los Estados Unidos, no tuvo en cuenta que el 1 de diciembre de 2021 el Departamento de Estado incluyó a las bandas denominadas Nueva Marquetalia y Farc-EP en su lista de Organizaciones Terroristas Internacionales.
Es cada vez más marcada la separación entre el Centro Democrático y los ciudadanos que en el pasado han depositado su voto por esa colectividad. ¿Por qué Uribe maltrata a sus seguidores ordenando que dos de sus más cercanos colaboradores, Lafaurie y Valencia Cossio, lo representen en las conversaciones terroríficas con los peores delincuentes que hay en el hemisferio occidental?
Es lamentable el nivel de marchitamiento que observa el Estado de derecho colombiano. El régimen socialcomunista de Petro mina las bases fundamentales de la democracia y, lo que resulta insólito, es que el supuesto jefe de la oposición está colaborándole.
Publicado: julio 19 de 2023