Con la llegada de Allende al escenario político, el médico se comenzó a expresar en forma disuasiva y despectiva: Amor a palos, la oligarquía, los palos gruesos, los siúticos: haciendo referencia despectivamente a los elegantes, al ser fino, a las buenas maneras, con el fin de descalificar a su adversario (Ver: Ravines, Al rescate de Chile, 1970).
Allende, acusó en su discurso a los palos gruesos y a los siutos de la pobreza y miseria porque la burguesía chilena tenía servidumbre que comía sobre la mesa en un mantel y los momios movían sus fábricas.
Así, era su discurso. Vendiendo sentimiento de culpa. Llenando de odio a la culta sociedad chilena del momento. Buscando siempre ser la víctima.
A tal punto llegó su delirio que propuso a los chilenos que se lanzaran a una aventura política con la Unidad Popular, una vertiente del Frente Popular, más extremista y maoísta con el fin que se hicieran héroes de una dramática y enloquecida aventura.
Y, los chilenos se lanzaron al abismo. Al cataclismo del profesor Hobsbawm, sin dar crédito a lo que sucedía.
Su gran paradoja, poco estudiada en la historiografía chilena, consiste en la feroz persecución que sufrió el poeta Neruda no solo dentro del Partido Comunista, sino por el mismo Allende.
Neruda, se levantó airadamente en contra de la represión ejercida por Allende a los trabajadores mineros; sometiéndose a un exilio – porque si hay algo que no perdonan los comunistas es al traidor de clase – en su casa de Isla Negra donde confesaría su frustración por lo que defendió que no era más que una utopía.
La diferencia entre los comunistas y nosotros, es que ellos no le perdonan la vida al traidor de clase para lo cual se le aconseja al presidente Petro ver el filme: El puente de espías, de Tom Hanks, donde al final la KGB no le perdona la vida a un traidor de clase del régimen.
Se le recomienda ver esa película porque el diablo está en los detalles, señor presidente Petro, como diría el senador Cepeda del partido conservador – en minúscula hasta que no se declare en la oposición – o el inspector Ruanini, de sábados felices.
Por un pequeño detalle, decía.
Al Tc Ávila, por ejemplo, no le perdonaron la vida. ¿Era traidor de clase? ¿dónde estaba sentado el Tc. Ávila al momento de su auto suicido?
En este contexto, se podría decir que el flamante canciller Álvaro Leyva, cuya arrogancia es dos veces proporcional a su altura, es un traidor de clase, pero de nuestro lado.
Mientras tanto, el desgobierno amoral y corrupto del Petro caos sigue su curso normal. Ahora, con su narrativa de odio desde la Guajira, creando conflictos entre el carbón y la comunidad Wayú.
Alemania, a su vez, construye un plan energético a diez años con el fin de disminuir su dependencia frente a la Rusia de Putin dentro del cual se encuentra la compra de carbón coque, ese que se produce en la Guajira y que tanto desprecia Petro.
Con esa sola compra, Colombia viviría tranquila por las próximas dos décadas, como diría la filosofa ministra de minas…
Así, como Chávez se hundió en su retórica del odio, de la misma manera Petro se está precipitando a su propio abismo, cataclismo y aislamiento.
¿Benedetti es un traidor de clase?
¿Por qué no ha sido defenestrado el embajador Benedetti? Puntilla: Es pertinente recordar que durante su período Chávez expropió a más de 450 medios de comunicación en sus diferentes categorías. Petro, va por el mismo camino…
Rafael Gomez Martínez
Publicado: julio 4 de 2023