Los cuatro gatos

Los cuatro gatos

Juan Manuel Santos fue un gobernante repudiado por la opinión pública. Pudo mantener la gobernabilidad gracias a la monumental operación de corrupción política, y de compra de conciencias -y de periodistas- que puso en marcha. 

Sin la tristemente célebre mermelada, Santos no habría podido terminar su segundo mandato. 

Su impopularidad se hizo evidente con ocasión del plebiscito de 2016, cuando la aplanadora oficialista fue implacablemente derrotada por el pueblo que le dijo NO al acuerdo absurdo con la banda terrorista Farc.

Fueron múltiples las marchas ciudadanas en contra del gobierno. Con ocasión de una de ellas, que fue multitudinaria, Santos atribulado se limitó a expresar que a la calle habían salido “cuatro gatos”. 

La reciente marcha de las mayorías que se adelantó en las principales ciudades del país, tuvo un éxito inocultable. A pesar de que se llevó a cabo en un día laborable, cientos de miles de personas salieron pacíficamente a expresar su inconformismo y su malestar frente al régimen socialcomunista que lidera Gustavo Petro.

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Publicando una foto totalmente descontextualizada de la plaza de Bolívar de Bogotá, cuando aún no había llegado la totalidad de participantes de la marcha, el presidente -emulando a Santos- desconoció la magnitud de la protesta y la masiva participación ciudadana en la misma. 

“Así fue, débil en la costa Caribe, débil en la costa Pacífica; no logró llenar la Plaza de Bolívar de Bogotá, y fue fuerte como siempre en Medellín y Santanderes”, escribió en su cuenta de Twitter

Los trinos vulgares, los insultos, las campañas de desprestigio y de asesinato moral desatadas por el petrismo, no lograrán eclipsar la realidad. El descontento es real, generalizado y al alza. No se trata de una reacción coyuntural. Petro ganó con medio país en contra. La razón fundamental por la que millones de colombianos votaron en contra suya es evidente: el miedo que generaba su programa político que, en tan solo 10 meses de aplicación, ha demostrado ser nefando. 

A ello se suma las nauseabundas confirmaciones del nivel de corrupción que rodea a Petro, hechos que no tienen porqué sorprender, pues desde siempre se sospechó que el actual presidente goza del respaldo del hampa. Bueno, al fin y al cabo, él hace parte de aquella. 

Seguramente habrá nuevas marchas y la asistencia será cada vez mayor. Petro, alevoso y resabiado, reaccionará con la virulencia y el extremismo que el país le conoce. 

Su talante camorrero e intransigente lo enceguece y le impide entender las señales del pueblo. Sería ingenuo creer que Petro va a replantear su agenda de gobierno. Su radicalismo crecerá en tanto crezca la oposición a su administración.

@IrreverentesCol

Publicado: junio 22 de 2023