El muro de Berlín fue un monumento a la ignominia. Esa adusta obra se encargaba de recordarles a millones de alemanes que vivían encerrados, que su libertad no existía, que sus vidas estaban en manos del Estado, es decir, del partido comunista que llevaba el pomposo nombre de partido socialista unitario de Alemania, organización que martirizó a todo un pueblo durante los 51 años que existió la denominada República Democrática Alemana.
Abunda la literatura que recoge los testimonios de las barbaridades cometidas por el régimen comunista de Alemania del este. Negar los abusos del Estado policial que dependía de la tenebrosa Stasi, es una bellaquería tan grande como desconocer el holocausto propiciado por el régimen Nazi.
El comunismo trajo miseria, hambre, persecución, muerte y, sobre todo, patrocino al terrorismo. En la monumental obra El libro negro del comunismo, los autores dedican un capítulo completo a la explicación de cómo los regímenes comunistas patrocinaron y encubrieron organizaciones terroristas internacionales. El de Alemania del este no fue la excepción.
Petro, desde siempre, ha sido un alevoso provocador. Decir que el “derribo (sic) del muro de Berlín trajo una oleada neoconservadora, una destrucción del movimiento obrero a escala mundial, un debilitamiento formidable y una pérdida entonces de valores de izquierda. Quizás las luchas, como alguien decía, se libraban más en el terreno de la cultura… y en el terreno de la cultura sí que se transformó la humanidad en un sentido neoliberal”, es un escupitajo a las millones de víctimas del comunismo.
Debe presumirse que el presidente de Colombia estaba sobrio cuando expectoró semejante majadería.
Han pasado casi 34 años desde que el muro fue demolido, y la fracción alemana que estaba sometida al comunismo continúa rezagada económicamente.
Increíblemente la tasa de desempleo es de alrededor de 2 puntos porcentuales más en la antigua RDA. La renta per cápita en Alemania Oriental es casi 3.500 euros más baja que en el otrora sector occidental.
Las diferencias son tan marcadas por cuenta del nefando legado comunista, que en Alemania aún se habla de un “muro invisible”.
Las cifras hablan por si mismas. En el oriente viven 13.6 millones de personas, mientras que en occidente la población supera los 68 millones.
La planificación económica bajo la obtusa y brutal dirección de Erich Honecker -líder de Alemania comunista desde 1971 hasta 1989- tuvo consecuencias evidentes: el grueso de las industrias del este no eran competitivas razón por la que la única alternativa posible fue su liquidación.
¿Aquello es lo que Petro echa de menos? ¿O se referirá a la implacabilidad de la Stasi?
En pleno escándalo por las chuzadas y por los abusos del esquema de protección adscrito a la presidencia de la República, Petro expresó su dolor por la desaparición del muro de Berlín.
¿Aplaude el presidente de Colombia las iniquidades consumadas por el ministerio para la seguridad del Estado, más conocido como la Stasi? Vale la pena refrescar algunas de las muchas atrocidades que se le adjudican a esa institución que fue la encargada de aterrorizar a los alemanes que por desgracia quedaron en el lado oriental del muro.
70.000 mil personas inocentes fueron asesinadas por cuenta de las sospechas y falsas denuncias que se recibieron de manos de las 200 mil personas que integraban la red de informantes de las Stasi. Durante las cinco décadas de existencia de la RDA, hubo 250 mil presos políticos y se generaron más de 6 millones de fichas biográficas -léase seguimientos- a ciudadanos de a pie que, por cualquier motivo, eran calificados de potenciales enemigos del Estado.
Petro debería tener claro que el hecho de que tuvieran que levantar un muro de más de 150 kilómetros de largo, con cientos de torres de vigilancia, flanqueado con minas antipersona para evitar que los ciudadanos huyeran del régimen, es la evidencia física del fracaso del comunismo.
Publicado: junio 23 de 2023