El de alias ‘Ñeñe’ Hernández es un caso típico de una crisis mal manejada. Todo fue fruto de una invención de un abogado de medio pelo y de un periodista reconocido por venderse al mejor postor. De la nada, y sin evidencias judiciales de ninguna naturaleza, inventaron una historia que le ha sido de gran valor a la extrema izquierda en su propósito de criminalizar a sus opositores, particularmente al expresidente Iván Duque.
Hernández, según la justicia, no era narcotraficante, como sí lo es el mecenas de Petro Samuel Santander Lopesierra.
Entonces, ¿por qué el uribismo permitió que la fábula de ‘Ñeñe’ agarrara tracción? No hay una respuesta sensata. Tal vez por desidia de los típicos asesores de comunicaciones que recomiendan callar, o por la soberbia que enceguece a los poderosos. Tal vez los audios entre Hernández y la asesora y mujer de confianza de Uribe Vélez bloquearon una estrategia para confrontar con ardentía la falacia construida por los validos de Petro.
Lo cierto es que el petrismo hizo campaña criminalizando a Duque por una inexistente relación suya con el ‘Ñeñe’ y ahora, con 10 meses de gobierno a cuestas, el presidente sigue sacándole provecho a esa fantasía que desempolva impunemente para intentar acallar las inteligentes y aplomadas críticas que el expresidente Duque le hace al régimen socialcomunista que asfixia a Colombia.
Hay que reconocer que la única persona que enfrentó esa situación con verticalidad, sin titubeos, pero también en solitario, fue el exgerente de la campaña presidencial de Iván Duque, Luis Guillermo Echeverri. Él, de manera contundente, demostró que a la campaña no entró una sola moneda de Hernández y que las conversaciones entre ese individuo y la asesora de Uribe eran una colección de mentiras y fantocherías.
Echeverri, además de aclarar los cuestionamientos que recayeron sobre la campaña, también tenía el deber de defender su honor y dignidad. Y lo logró.
Pedirle honor y a altura a Petro es un imposible. A él le gusta atacar por la espalda y a mansalva, con acciones rastreras. Para desviar la acción de la justicia frente a los evidentes delitos cometidos por su hermano y su hijo, resolvió desatar una peligrosa campaña de desprestigio contra el fiscal Francisco Barbosa y la cúpula de la fiscalía. Ahora, para “neutralizar” las críticas fundadas de su antecesor respecto de la inconveniencia para la democracia de negociar con el narcotráfico, echa mano de la patraña construida por sus conmilitones para descalificar esos serios y oportunos cuestionamientos.
Publicado: mayo 17 de 2023