Los partidos políticos tradicionales colombianos son maquinarias cuya única ideología es la burocracia. El caso del partido conservador, colectividad que evidentemente se encuentra -en teoría- en las antípodas del socialcomunismo, es el mejor ejemplo de la pérdida de identidad doctrinaria.
Ninguna persona medianamente sensata puede comprender porqué el conservatismo se alió con Gustavo Petro. No hay una sola idea del presidente colombiano que se compadezca con los principios conservadores. Las explicación es nauseabunda: los azules buscaban mantener parte de sus cuotas de poder y Petro se las aseguró hasta hace poco, empezando por el ministerio de Transporte que estuvo en cabeza del cuestionado Guillermo Reyes.
El reciente cambio de ministros aceleró la aparente ruptura del gobierno con buena parte de las colectividades que resolvieron acompañarlo: el liberalismo, La U y el partido conservador. Los mal llamados expertos en política criolla se apresuraron a emitir el certificado de defunción de la gobernabilidad de Petro. Aseveraron que, sin el acompañamiento de esos tres partidos, las reformas oficialistas eran insalvables.
A punta de dádivas, el nuevo ministro del Interior ha demostrado que en poco o nada afectó el divorcio con los partidos regentados por el expresidente Gaviria, Dilian Francisca Toro y Efraín Cepeda, pues a través de la compra de congresistas al detal está sumando los votos necesarios para la aprobación de los proyectos bandera del régimen. Con la brutal y peligrosa reforma a la salud se ha podido probar la eficiencia del doctor Velasco, un hombre que conoce como pocos la dinámica parlamentaria y, por ende, el precio de cada uno de los que hasta hace pocos meses fueron sus colegas.
En el gobierno de Uribe Vélez se produjo un escándalo de grandes proporciones por la supuesta compra de dos representantes a la Cámara que integraban la comisión primera en el momento en que se discutía y votaba el proyecto de acto legislativo con el que se incorporó la reelección inmediata.
Aquello desembocó en la llamada Yidispolítica en referencia a Yidis Medina, quien supuestamente fue sobornada por los ministros de protección social e Interior para que votara a favor del proyecto. El otro “protagonista” fue el representante conservador Teodolindo Avendaño a quien, según las denuncias, le entregaron una notaría a cambio de que se ausentara del recinto en el momento de la votación.
En el gobierno de Santos se puso en marcha una monumental operación de corrupción política que el entonces ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri, bautizó como mermelada, haciendo una analogía con la repartición equitativa de la jalea sobre la superficie de la tostada. En otras palabras, la feria del presupuesto público entre los políticos que apoyaran al gobierno.
Petro está en lo mismo. Utilizando los más de $400 billones de pesos del presupuesto nacional para sobornar a cuantas personas necesite en aras de lograr su propósito de destrozar el eficiente y aplaudido sistema de salud colombiano, para implementar un modelo totalmente público y que, desde ya, según los expertos, se advierte será un fracaso.
¿Será que la gran prensa, esa misma que investigó y denunció la Yidispolítica, pero que guardó silencio cómplice frente a la mermelada santista, va a callar frente a la megaoperación de corrupción que se está registrando en el Capitolio Nacional?
Publicado: mayo 23 de 2023
DEFINITIVAMENTE CONTRA EL CÁNCER QUE SE TRAGA A COLOMBIA A PASOS AGIGANTADOS, NO HAY NADA PARA HACER. NADIE PIENSA EN COLOMBIA Y SOLO LO HACEN POR SUS INTERESES; A BOLSILLOS LLENOS, QUE IMPORTAN LOS COLOMBIANOS DE BIEN QUE SOMOS MAS DE 50 MILLONES. CREO QUE EL ÚNICO QUE PUEDE SALVAR A COLOMBIA ES EL MISMO COLOMBIANO Y DEFINITIVAMENTE NOS DEBEMOS IR A UN REFERENDO REVOCATORIO DEL EJECUTIVO, DEL LEGISLATIVO Y DEL JUDICIAL, QUE SON LOS QUE TIENEN EL PAÍS DE CABEZAS. ADEMAS INICIAR CON LAS ELECCIONES DE OCTUBRE Y TUMBAR TODA LA MAMERTADA MONTADA EN LOS DEPARTAMENTOS Y SUS CIUDADES, QUE SON INTEGRANTES ACTIVOS DEL SOCIALCOMUNISMO NACIONAL E INTERNACIONAL. ARRIBA COLOMBIA DEMOCRÁTICA Y ABAJO EL SOCIALCOMUNISMO DEL PETROCAOS