El ser humano es un animal de costumbres y a medida que pasa el tiempo empieza a ver las cosas que fueron muy relevantes e importantes como normales. Eso es lo peor que le puede pasar a los colombianos en estos momentos que aceptemos los cambios que sabemos son malos y nos van a perjudicar en el futuro.
Eso pasó en Venezuela. Con la llegada del chavismo al poder empezaron unos cambios que eran inadmisibles para cualquier venezolano. Empezaron a faltar productos en los supermercados. Se nacionalizaron muchas empresas que después se robaron. Aparecieron las milicias bolivarianas y ejercieron control en los barrios marginales. La corrupción se volvió el plato fuerte del día en todas las entidades públicas y hasta les pusieron la tarjeta de consumo como a los cubanos. Hoy todo lo anterior es aceptado y hace parte del día a día de los venezolanos, con un agravante adicional, que ese proceso empezó hace más de veinte años. Entonces los jóvenes ya no saben que existía otra Venezuela, la de la opulencia, la de las libertades, la del país más rico de Latinoamérica.
Si en Venezuela pasó eso, piensen lo que ha pasado en Cuba, que después de sesenta años de comunismo nadie se acuerda de cómo era la Cuba anterior. Su gente sólo sabe vivir en la miseria y sin libertad. El pueblo no conoce nada más.
Desafortunadamente de una u otra manera a los colombianos nos está pasando lo mismo. Vamos por el mismo camino que nuestros vecinos. Hoy ya aceptamos y creemos que es parte del paisaje muchas cosas que hace un año eran impensables. Temas como el mal uso de los bienes públicos y derroche por parte de la vicepresidenta y la primera dama, como el nombramiento en cargos a personas que no cumplen con el mínimo de requisitos para ejercerlos o como la entrada de recursos de narcos a la campaña presidencial de Petro por intermedio del hijo, que al final se quedó con los recursos, generaron indignación por un día o dos y ya se nos olvidaron. Ya lo aceptamos y no se vuelve a hablar del tema.
A nivel empresarial nos indignó el maltrato que le dieron a Carlos Gustavo Cano en la junta de Ecopetrol. También por un día. Despues vimos cómo cambiaron la junta y hasta de presidente y no pasa nada. La más grande e importante empresa de todos los colombianos manejada con los pies y nos vamos a quedar callados.
El presidente sale a decir muchas barbaridades que vamos poco a poco aceptando. Esa es la manera como nos van metiendo goles. Exactamente igual al cuento de la rana en la olla con el agua calentándose: no nos damos cuenta que estamos perdiendo el país. Ya nos dijo que podía negociar el modelo económico con el ELN para lograr la paz total. Ya liberó a gran parte de los miembros de la primera línea. Ya dijo en las Naciones Unidas que se debía legalizar el narcotráfico. Ya nos indignamos un ratico y no pasó nada más.
Así también se está acabando el turismo. Los retenes de la guerrilla son otra vez el pan de cada día, y hasta el asesinato de líderes sociales que tanto les indignaba en campaña, pasaron al olvido.
Al paso que vamos llegará el día que tengamos el agua en el cuello, al modelo comunista cabalgando en nuestras narices y ni nos indignemos. Este callo que nos está saliendo nos está enterrando.
Espero que la indignación nos alcance siquiera para trancar las reformas laboral y pensional que son un golpe mortal a la economía y al empresariado.
Publicado: abril 17 de 2023
Ya vemos cada dia se r9ban las instituciones y pareciera que el malo es el que no es capaz de robar. Ya no se tiene pudor, el aborto es algo normal, la ètica es cosa del pasado y cada cual la maneja a su estatus. El temor a Dios nos hacia que eligieramos no robar, no matar, amar al prójimo.
Dios proteja a Colombia
El libreto se está replicando tal cúal como está escrito, sin quitarle una coma. Como dice el adagio popular: «El País que se derrumba y nosotros de rumba»