En pleno evento público en Montería, el expresidente Uribe frenó en seco a un participante que se refirió a Petro como guerrillero.
El presidente ripostó diciéndole que delante de él no se profirieran insultos contra la persona que hoy ejerce el gobierno en Colombia. Ratificó que su oposición será con argumentos y recordó que “nosotros tenemos un deber con este país y yo, a los 70 años, lo quiero cumplir”.
No es fácil comprender el trasfondo del llamado del presidente Uribe. Por eso, algunos militantes o exmilitantes del Centro Democrático han expresado malestar por su actitud frente al gobierno socialcomunista.
Con algo de razón, algunos han dicho que desde la extrema izquierda sólo se insulta, estigmatiza y maltrata verbal y físicamente a quienes se declaran uribistas. Han desempolvado un sinfín de ataques de Petro y sus conmilitones contra la persona del presidente Uribe y contra sus aliados y seguidores.
Otros han dicho que el exmandatario y jefe de la oposición se ha reblandecido frente al gran poder de Petro y que, por temor a una persecución judicial, ha optado por emprender el camino de la conciliación con quien es, evidentemente, el más fuerte de sus contradictores ideológicos.
El asunto tiene un trasfondo diferente. El presidente Uribe ha entendido que el caso de Petro debe ser manejado con mucho cuidado, ciñéndose única y exclusivamente a los asuntos de fondo, proponiendo alternativas, precisamente porque si alguien conoce el talante y la sucia calaña de Gustavo Petro ese es, precisamente Uribe.
Cuando el actual presidente de Colombia se sienta arrinconado, perderá el control y buscará responsabilizar a quien se le cruce por delante a la catástrofe que se generará en el país. Y en ese instante nadie podrá señalar al presidente Uribe.
Se equivocan quienes hacen análisis apresurados en el sentido de que el exmandatario colombiano se ha rendido ante Petro. Sus ideas siguen siendo las mismas y sus discrepancias con el régimen son insalvables. Uribe no está ni estará con el modelo de país que está implementando Petro. Y prueba de ello es el llamado a hacer que se adelante una consulta popular frente a la reforma a la salud que presentará la ministra Corcho.
No puede entonces ser reprochable que insista en que la confrontación debe ser dura en los fondos y reclame que, al menos frente a él, se sea respetuosa en las formas.
Que la ordinariez, la vulgaridad y hasta la bellaquería sean constantes en Petro y sus secuaces, no puede significar que Uribe invite a sus seguidores a replicar esa deleznable forma de atender los asuntos públicos.
Se ha sugerido que Uribe está permitiendo que se reescriba la historia al oponerse a que se recuerde el pasado guerrillero de Petro. No. El ha considerado que es menester concentrarse en los asuntos fundamentales para el país, tratando de evitar una hecatombe que no se detiene recordando hechos del pasado del actual presidente de Colombia, sino confrontando realidades del presente.
Publicado: febrero 28 de 2023