La pelea que se ha desatado entre Petro y la alcaldesa de Bogotá Claudia Nayibe López es fiel reflejo de la bajeza de la extrema izquierda, donde las vanidades y el despotismo de uno y otra aflora, en detrimento de los intereses de los bogotanos que llevan cinco décadas esperando la construcción de un metro que alivie la imparable crisis de transporte público que se sufre en la capital de la República.
Increíblemente, el proyecto no ha empezado a ejecutarse por discusiones inanes respecto de minucias puramente burocráticas. A pesar de que los recursos están destinados y asegurados, a esta altura del juego ha revivido el debate respecto de si el metro debe ser elevado o subterráneo.
Petro ha delatado su talante atrabiliario al dar a entender que el presupuesto nacional es de su propiedad y que se debe ejecutar de acuerdo a sus intereses y caprichos. Por eso no es de extrañar que le haya ordenado a su cantinflesco ministro de Transporte, el politicastro Guillermo Reyes, que extorsionara a Nayibe. Si la alcaldesa no hace el metro bajo los diseños, el trazado y las características que se le antojan a Petro -¿El supremo?-, entonces la nación no desembolsará los recursos que se necesitan para realizar la megaobra.
Se advierte que este nuevo pulso entre el socialcomunista Petro y la socialcomunista Claudia López desembocará en un retraso eterno para el inicio de la construcción. En pleno año electoral, con Petro jugándosela a fondo por poner a un alcalde pelele en la capital, seguramente el asunto del metro se conviertirá en el eje fundamental de la campaña.
Que los bogotanos vayan haciendo uso del recurso de la resignación.
La López fue absolutamente incapaz de liderar a Bogotá. Se concentró en hacer politiquería desde su puesto. Permitió que el tiempo pasara impunemente sin acometer los grandes proyectos de una ciudad que está despedazada, convertida en un muladar y en un antro en el que pulula la criminalidad.
Publicado: febrero 7 de 2023